Viaje a Italia y Malta.
(18 de junio al 02 de julio de 2016).
Aunque con un poco de retraso, aquí os cuento como fue otro de los viajes que hice con Miriam. El primero largo, y en el que disfrutamos muchísimo.
Aunque parezca mentira, nunca había estado antes en Italia (a excepción de la isla de Sicilia, en la que he estado muchas veces). Como queda cerca, este viaje lo tenía aparcado para un futuro lejano. Las circunstancias y la necesidad de conocer y aprender de las muchas obras de arte que este país ofrece («alguien» tenía que recuperar la asignatura de historia del arte), nos hizo decidirnos por no retrasar más esta visita. Una decisión muy acertada a posteriori, ya que no solo disfrutamos mucho del viaje, sino que «alguien» aprobó la asignatura con nota.
Como sabíamos que nos íbamos a hartar de andar y ver lugares, nada mejor que finalizar este viaje con sol y relax en Malta. Ya había estado allí antes, pero no me importaba volver. Malta tiene un encanto especial.
Como era el primer viaje largo con Miriam, quería que experimentara lo que es viajar sin planificar nada. Ya sabéis que así es como me gusta viajar a mí. Creo que es como más se disfruta. Sin prisas y sin agobios.
Por lo tanto, compramos el viaje de ida a Roma y la vuelta desde Malta. El resto, ya veríamos. Sí que miramos información sobre qué ver en Roma, ya que nuestra intención era ver los monumento y museos más importantes, por las razones ya expuestas con anterioridad. También queríamos conocer Venecia.
Primer día. Volare, oh oh..
Del primer día no hay mucho que contar. Cogemos un vuelo por la noche, así que llegamos algo tarde a nuestro hotel en Roma. Una ducha, deshacer un poco la mochila, y a dormir. Mañana será otro día.
Segundo día. ¡Ave Cesar, los que van a morir te saludan!
Qué mejor para conocer una ciudad, que perderse por sus calles. Así que manos a la obra. Salimos caminando de nuestro hotel dirección a… ninguna parte.
Tras un buen (y caro) desayuno, continuamos nuestro paseo hacia lo que parece el centro de la ciudad. La idea era tener un primer contacto con la ciudad, y ver donde se encuentran algunos de los sitios que queremos visitar. Habíamos leído que suele haber mucha cola en los lugares más emblemáticos, así que hoy también aprovecharíamos para comprar algunas entradas.
Es fácil llegar al centro de la ciudad, ya que solo hay que seguir a la multitud que te encuentra por las calles. Parece que todos vamos hacia el mismo sitio.
Tras callejear un poco, llegamos a primer lugar que nos impresiona. La Piazza Venecia.
Está presidida por un edificio imponente, el Vittoriano, y también se encuentra el monumento al soldado desconocido, en honor de los caídos en la Primera Guerra Mundial que no pudieron ser identificados.
Seguimos caminando y muy cerca de allí, llegamos al Foro Romano. No habíamos pensado visitarlo hoy, pero hay muy poca cola, así que vamos para adentro.
Aquí haré un inciso. La entrada nos ha costado 12 euros. Esto es algo a lo que os tendréis que acostumbrar en Italia. Hay que pagar entrada en todos lados, y no suelen ser baratas. Con esta entrada, puedes visitar también el Palatino.
El Foro era el centro de la antigua ciudad romana. Es una zona muy amplia en la que hay avenidas, templos, arcos del triunfo, basílicas.
Inicialmente nos choca un poco lo que vemos, ya que no hay más que ruinas (hay mas piedras tiradas por el suelo que otra cosa), poco a poco vas viendo que aun quedan algunos edificios y estructuras.
Hay carteles explicativos por todos lados con los que puedes hacerte una idea de como era aquello hace muchos años. Tienes la opción de alquilar audioguias, por 7 euros, pero hoy preferimos leer carteles.
Tras pasear un buen rato por el Foro, nos dirigimos hacia el Palatino. Antes pasamos por la Iglesia de Santa María Antigua. Es el monumento cristiano más antiguo del Foro (siglo V) y aun conserva multitud de frescos en sus paredes, aunque la mayoría no se encuentra en muy buenas condiciones. Lo mejor de todo es que dentro se está muy fresquito, y con la calor que hace hoy, se agradece.
Tras refrescarnos un poco, nos adentramos por unos pasillo muy altos y amplios que llevan hasta la parte superior, donde se encuentra el Palatino.
Desde arriba hay unas muy buenas vistas de todo el Foro.
Me gustaría poder viajar en el tiempo y ver como eran ciudades como estas cuando se encontraban en todo su esplendor. El Foro Romano debió ser algo impresionante.
Desde arriba, vemos algo que rápidamente nos llama la atención: el Coliseo. Está justo al lado, así que, tras visitar y deleitarnos con los jardines del Palatino, nos dirigimos hacia el.
Cuando llegamos, vemos que las colas para entrar son larguísimas. Acaban de llegar varios autobuses y esta todo petao de gente.
Como no tenemos prisa, buscamos un lugar por los alrededores para llenar la tripa. Es pronto, pero así hacemos algo de tiempo.
Es difícil encontrar un lugar que no sea para turistas en esta zona, así que tras mucho buscar, nos metemos en el que mas nos llama la atención.
Y de postre, nada mejor que un riquísimo helado italiano.
Tras saciar nuestro apetito, volvemos al Coliseo. Como por arte de magia, la mayoría de la gente se ha esfumado (deben estar comiendo ahora). Nos vamos hacia la entrada y en pocos minutos ya estamos dentro.
El Coliseo impresiona desde el primer momento por su tamaño. Por algo es una de las siete maravillas del mundo moderno.
Esta vez si cogemos una audio guía y vamos parando para oír sobre la historia de este gran monumento. Es increíble que aquí pudieran sentarse 50 mil personas para disfrutar de espectáculos muy dispares. Me sorprende conocer que era muy raro que un gladiador muriera en la arena, ya que en las películas estamos acostumbrados a ver todo lo contrario.
Otra cosa que me sorprende es lo que se esconde bajo la arena. Es una mini ciudad. Esta lleno de habitaciones, almacenes, jaulas, todo oculto a los ojos del público.
Pasamos un buen rato paseando por el Coliseo y luego continuamos callejeando por Roma. A cada momento te encuentras con alguna ruina, alguna escultura, algún monumento.
Y así se termina nuestro primer día en Roma. Ha dado para mucho, y seguro que aún podremos disfrutar de esta ciudad que tanta historia tiene.
Resumen diario:
- Roma siempre esta llena de turistas, por lo que hazte a la idea de que te va a tocar esperar colas para todo. El secreto es ir en las horas en las que haya menos, pero haber, siempre va a haber.
- Siempre es recomendable alquilar una audio guía. Aprendes mucho más sobre todo lo que estás viendo y hace que la visita merezca mucho la pena.
- Debido a la gran afluencia de turistas, los precios de la comida suelen ser algo elevados, aunque siempre se pueden encontrar sitios con precios normales.
- El helado, muy rico. No te vayas sin probarlo.
Tercer día: tremenda cola.
Hoy nos hemos levantado temprano, con un objetivo: comprar las entradas para el Vaticano. Anoche intentamos comprarlas por Internet, pero no hubo forma.
Como nos pilla algo lejos, hemos cogido el metro. En un ratillo ya estábamos allí. El Vaticano es una mini ciudad amurallada, y la entrada para los turistas la podéis encontrar en el siguiente plano:
Como podéis ver, hay un par de paradas de metro cerca.
Cuando llegamos, no conseguimos encontrar el lugar donde venden las entradas. Lo que si vemos es la cola que a esta hora hay para entrar. Es enorme. Ocupa todo el «Viale Vaticano», y la siguiente calle que hace esquina.
Como no tenemos nada que hacer, decidimos hacer cola y ver hoy el Vaticano.
Hace mucha calor, y la cola va muuuuuy lenta. Esta cola es para la gente que no tiene entrada y va por su cuenta. Si contratas una visita guiada con un grupo (hay montones de guías pululando por los alrededores), te saltan la cola y entras por otro lado. No obstante, los precios que te piden por las visitas son muy elevados (y los grupos que vimos que formaban, enormes).
Como preferimos ir a nuestra bola, no nos queda otra que esperar. Menos mal que hay una fuente en la misma calle que da un agua muy fresca.
Esto es algo muy común en Roma. Hay fuentes por todos lados, y el agua esta fresca fresca. Los precios de los refrescos y agua en los bares y restaurantes es muy elevado (pagar por una lata de coca cola 5 euros es lo normal), así que os recomiendo llevar una botella de agua e ir recargándola en las muchas fuentes que encontraréis. Si pensáis estar muchos días, el ahorro puede ser importante.
Tras más de dos horas, por fin llegamos a la entrada. Aquí, tras comprar los tickets y alquilar una audio guía, podemos por fin adentrarnos en los Museos Vaticanos.
Lo primero que hay que hacer es descender una larga escalera en espiral, hasta llegar a un patio interior desde donde ya puedes comenzar la visita.
El interior del museo esta lleno de obras de arte, esculturas en su mayoría, aunque también encontrarás pinturas, murales, y multitud de artículos litúrgicos y religiosos.
Es tal la cantidad de objetos expuestos, que llega a saturar. Si tienes tiempo, te recomiendo hacer la visita en varios días. Querer verlo todo en solo uno, lleva a un punto en el que ya te da igual lo que estás viendo y solo quieres terminar.
Un consejo, ve a tu bola, y trata de evitar los grupos guiados, ya que hacen tapón y acaban por desesperarte. Mejor huir de las zonas demasiado concurridas y volver luego cuando haya menos gente. Ve sin prisas y disfrutaras de todo mucho más.
Para finalizar la visita, el broche de oro: la Capilla Sixtina. No se puede echar fotos, así que tendréis que ir para verla. Es impresionante, aunque yo me esperaba una sala más grande. No es que sea pequeña, porque es enorme, pero no es lo que yo me esperaba. Eso sí, las pinturas de paredes y techos, espectaculares.
Antes de salir, hay una pizzería. Tenemos hambre y, en contra de lo que suponemos, los precios son muy baratos. Después de tanto andar, viene bien hacer una pausa para reponer fuerzas.
Al final, hemos estado unas tres horas en el museo. Y porque hay mucha cosas que no hemos visto. Te puedes pegar varios días si lo quieres ver al completo.
A continuación nos dirigimos a la Plaza de San Pedro, con la idea de visitar la Basílica del mismo Santo.
Ahora hay mucha menos gente. No se si es porque es medio día, o porque la gente prefiere ver los museos y no todos van luego a ver la Basílica.
Con respecto a esto, un inciso. Os comente antes que junto a la cola para entrar en los Museos, hay muchos guías tratando de pescar gente para los tours. Te piden unos precios abusivos. Tratan de engañarte diciendo que hasta la puerta son 3 o 4 horas, y que luego son otras 2 o 3 horas para entrar en la Basílica. Además, te dicen unos precios de las entradas que luego no tienen nada que ver con la realidad. Así que te recomiendo que no les hagas caso. Lo mejor es llevar la entrada comprada con anterioridad por Internet, pero si no es así, mejor esperar cola. A no ser que te sobre el dinero, entonces yo me ahorraría la cola y me iría con un grupo organizado, aunque luego, una vez en el interior, me iría a mi bola.
La Plaza de San Pedro, es tal y como me la imaginaba. La verdad es que la había visto muchas veces en fotos y en la tele, pero aquí parece incluso más grande.
Contrariamente a lo que nos habían dicho los listos de los guías, no hay casi cola, por lo que entramos del tirón. Nada de horas y horas de espera.
La verdad es que la fachada de la Basílica parece más un ayuntamiento que otra cosa. No llama mucho la atención. Sin embargo, el interior es otra cosa…
Aunque dentro hay grandes obras de arte, me quedo con dos. La primera de ellas es la tumba de Juan Pablo Segundo.
Y la segunda, la Piedad de Miguel Ángel.
Por algo se trata del templo mas importante del catolicismo. 20 mil personas pueden oír misa aquí dentro. Es impresionante. Al igual que me pasa en otros templos, hay algo especial en ellos. No lo se explicar, pero uno siente paz, siente «algo». Yo no soy religioso, pero no por ello he de reconocer que estos grandes templos, sean de la religión que sea, te hacen sentir sensaciones que en otros lugares no existen.
Ademas del disfrute de los sentidos, se esta muy fresquito. Con la calor que hace fuera, se agradece.
Al salir, vemos que se puede subir a la cúpula (por un precio extra, claro está). Hay opción ascensor y opción a patas. Elegimos a patas.
Por algo hay un cartel indicando que no es apto para problemas de corazón. ¡Nada más y nada menos de 551 escalones!
Merece la pena de todos modos. La primera parte te ofrece unas vistas preciosas del interior de la Basílica.
Luego, las escaleras se van empinando y los pasillos estrechando. Además, como se adaptan a la forma de la cúpula, son pasillos «doblados» hacia adentro, por lo que la sensación de agobio, vértigo y de que te vas a caer se incrementa por momentos.
Tras un buen rato, y una buena sudada, llegamos por fin arriba. Las vistas de Roma son impresionantes.
Muy bonito todo, pero ahora hay que bajar. Se utiliza otro camino, más rápido ya que la mayor parte son escaleras de caracol muy empinadas.
Nos vamos del Vaticano contentos por todo lo visto y experimentado. Han merecido la pena las dos horas de espera en la cola, y tener que soportar algunas veces una cantidad tan elevada de turistas.
Me quedo con la Basílica de San Pedro y con la subida a la cúpula. Me he quedado con ganas de ver el museo con mas tranquilidad. Hoy acabé saturado.
A la salida, vemos como la Guardia Suiza se mantiene firme en sus puestos. Muy llamativos sus uniformes, sacados de otra época.
Ya es por la tarde, y estamos algo cansados. Hay que recuperar un poco las fuerzas, y para eso nada mejor que… si, otro helado!
Nos volvemos para el hotel, pero aprovechamos el camino para visitar otros lugares emblemáticos de Roma.
Primero nos encontramos con el castillo de Sant´Angelo. Es una fortaleza situada junto al Tíber que durante su historia ha servido como mausoleo del Emperador Adriano, como residencia papal, como palacio y hasta como cárcel. Actualmente es un museo.
Junto a la fortaleza, se encuentra uno de los puentes mas bellos de Roma: el puente de Sant´Angelo.
Justo al lado vemos un mercadillo de recuerdos y aprovechamos para comprar algunas cosillas.
Seguimos camino, esta vez para una de las plazas mas conocidas: la plaza de España y su famosa escalinata.
Se encontraba en obras y la tenían cerrada, por lo que no pudimos subir, pero como contrapartida, la pudimos ver completa, sin nadie en ellas, ya que normalmente esta llena de gente hasta los topes.
Continuamos nuestro camino, callejeando y disfrutando de esta gran ciudad. Otro día que se acaba, muy aprovechado, cansados pero contentos. Mañana, más.
Resumen diario:
- Trata de pillar las entradas para el Vaticano con antelación por Internet. Te evitarás varias horas de cola.
- No te recomiendo contratar ninguna visita guiada de grupo. La única ventaja es que te saltas la cola, pero una vez en el interior los llevan como borregos y con prisas. Además, te clavan de lo lindo. Con coger una audio guía, vas sobrado.
- Comer en la pizzería de los Museos Vaticanos no es mala idea. Te sirve para descansar y no es nada cara.
- Callejea todo lo que pueda. No hace falta que planees que quieres ver (a no ser que seas un agonías y lo quieras ver todo). Hay tantas lugares interesantes, que vayas por donde vayas, los iras encontrando.
- De nuevo, no te vayas sin probar los helados. Para chuparse los dedos.
- No te olvides de llevar botellas vacías de agua. Las puedes ir llenando en las muchas fuentes de la ciudad y te puedes ahorrar una pasta.
Cuarto día: callejeando sin rumbo.
Hoy vamos a continuar callejeando por la ciudad en busca de algunos sitios que nos gustaría ver.
El primero de ellos es la Fontana di Trevi, la mas famosa de todas las fuentes de Roma. No queda lejos del hotel, así que, tras desayunar, nos dirigimos hacia ella.
Es mucho más grande de lo que me imaginaba, y bonita también. Esta «escondida» entre callejuelas, por lo que, de repente, te topas con ella. La plaza en la que se encuentra no es muy grande, por lo que la «sorpresa» es aun mayor.
Con el calor que hace, dan ganas de bañarse en sus aguas transparentes.
Antes de irnos, y como dicta la tradición, arrojamos una moneda al agua para asegurar el retorno a esta maravillosa ciudad.
Continuamos paseo, y encontramos muchos rincones con encanto por todos lados. Por eso os decía antes que no hace falta ir corriendo de un lado para otro para «verlo todo». Verlo todo es imposible. Es mejor disfrutar del paseo, y sorprenderse al encontrar lugares como estos:
Seguimos camino y nos encontramos con el Panteón de Agripa, también conocido como el Panteón de Roma. En la plaza en la que se encuentra, hay una banda de música tocando temas populares, por lo que nos sentamos un rato a oírlos.
Según se dice, es uno de los edificios mejor conservados de la antigua Roma. En su interior están enterrados muchos de los reyes de Italia.
Toca seguir camino. Sin quererlo, llegamos a una gran plaza, muy animada y bonita: la Piazza Navona. Es un lugar que merece la pena visitar y disfrutar. Las terrazas, las ventanas con flores y la música en directo que estaba tocando un grupo le daban un toque muy bohemio.
Allí nos quedamos un buen rato descansando y disfrutando del fresco y de la música.
Nuestra próxima parada es en el Campo De´Fiori. Es una de las principales plazas de Roma, muy animada de día por el mercadillo que allí montan, y de noche por las terrazas.
Atravesamos de nuevo el Tiber en busca de la Basílica de Santa María in Trastevere. De camino nos encontramos con rincones de gran belleza.
Esta parte de Roma es preciosa. Hay muy poca gente, casi ningún turista, y mucha paz y tranquilidad. Las calles te invitan a recorrerlas y a disfrutar de cada momento.
Llegamos a la plaza donde se encuentra la Basílica, del mismo nombre y entramos.
Es muy bonita, aunque lo que más llama la atención es el mosaico dorado del ábside.
Es la hora de comer, así que buscamos un sitio que quede cerca. El barrio de Trastevere nos ha encantado, así que queremos seguir disfrutando de él un poco más.
Pasta y pizza. Riquísimas las dos. Estando en Italia, es lo que toca. Y como nos gusta tanto, no supone ningún esfuerzo.
Durante la comida charlamos, y decidimos que hoy será nuestro último día en Roma. Queremos ver Florencia.
El resto de la tarde, la empleamos en pasear y despedirnos de esta maravillosa ciudad. Sabemos que nos ha quedado mucho sin ver, pero no nos importa. Ya volveremos. Lo importante es que lo que hemos visto nos ha gustado mucho, y que hemos disfrutado de cada instante.
Aun encontramos rincones que nos sorprenden por lo bonitos que son.
Antes de ir al hotel nos pasamos por la estación de trenes para comprar los billetes a Florencia.
Aquí tenemos la única mala experiencia de todo el viaje. Ya me habían advertido de que había que ir con cuidado porque hay muchos carteristas, así que íbamos prevenidos.
Pese a que hay mucha policía en el exterior, en el interior no se ve casi ninguna. Lo que si se ve es mucha gente rara. Se nos acercan algunos a preguntarnos hacia donde nos dirigimos, otros nos dicen que cojamos tal o cual línea, que es la mejor… No les hacemos caso y nos vamos hacia una zona donde hay unas máquinas para sacarte el billete de forma automática.
Es aquí donde se nos pega una señora con muy mala pinta y se pone a hablarnos sin parar y a presionar los botones sin siquiera preguntar. Tengo que darle un empujón para alejarla ya que se nos ha echado encima y tiene toda la pinta de que su intención es robarnos en un descuido. La colega se enfada, pero acaba yéndose cuando ve que nos ponemos serios.
Para evitar más problemas, nos vamos a un mostrador donde puedes comprar el billete a una simpática señorita. Allí no se acercan los maleantes y puedes sacar la cartera con mas tranquilidad.
Hay varias opciones. Trenes rápidos y otros mas lentos. No queremos perder mucho tiempo, así que sacamos billetes para el Frecciarossa. Sale algo más caro, pero es muy rápido.
Resumen diario:
- Hoy no te recomiendo nada. Toda Roma es digna de ser vista. Solo te recomiendo que no vayas con prisas. Pasea y disfruta de esta gran ciudad.
- Si te gusta la pasta y la pizza, te vas a poner las botas. Aprovecha y prueba todo lo que puedas.
- Moverse en tren es rápido y seguro. Dependiendo del tiempo que tengas y del dinero disponible, tendrás diferentes opciones.
- Veinte ojos en la estación de tren. Evita a la gente que se te acerca, extremo cuidado con la cartera, y compra los billetes en ventanillas o lugares donde no vayas a estar solo.
Quinto día: enamorándonos de Florencia.
Nos levantamos y nos vamos hacia la estación. Nuestro tren a Florencia sale temprano. El trayecto durara una hora y media, así que tendremos todo el día por delante para visitar la ciudad, una vez lleguemos.
Hemos cogido un apartamento en la Piazza Santa Croce. Tras mirar varios hoteles, el apartamento salía mucho más barato. Como luego vimos, fue un acierto, ya que esta muy bien situado y tenía de todo.
Mientras que llegamos y dejamos nuestro equipaje, se nos hace la hora de comer, así que bajamos a buscar algún sitio. No tardamos mucho en ver un restaurante pequeñito, muy cerca del apartamento, que tiene buena pinta.
Nos trataron muy amablemente y la comida estaba muy rica. Los precios, normales. Nos gustó tanto, que repetimos otras veces.
Tras comer, llega la hora de comenzar a explorar Florencia. Esta ciudad la tenía en mi lista de deseos desde hace mucho. La historia y sobre todo, el arte que allí se deposita, siempre me había llamado la atención. Hoy, por fin, estoy aquí.
La Basilica di Santa Croce se encuentra en la misma plaza donde tenemos el apartamento, así que la vemos nada mas salir por la puerta.
No queremos entrar hoy, ya que tenemos otro objetivo. En Florencia hay obras de arte muy importantes, a nivel mundial. Entre ellas, hay una que siempre he querido ver: el David de Miguel Ángel. Se encuentra en la Galería de la Academia.
Nos queda algo lejos, así que vamos paseando con tranquilidad. Es nuestro primer día aquí, y todo nos sorprende. A primera vista, esta ciudad me está gustando más que Roma. Las calles, llenas de vida, los edificios, sacados de otra época. Me encanta pasear por aquí.
Tras un buen rato, llegamos a las puertas de la Academia. Hay una cola importante como era de esperar. De todos modos no tiene nada que ver con las colas kilométricas de Roma.
Para evitar aglomeraciones grandes en el interior, van dejando entrar un numero determinado de personas y hasta que no sale un grupo, no entra otro. Esto hace que la espera sea larga.
La entrada vale 12 euros, y no se puede pagar con tarjeta.
Por fin nos toca entrar. El Museo esta compuesto por una serie de galería llenas de obras de arte, aunque la inmensa mayoría vienen buscando el David.
Como podéis ver en las fotos, por algo se ha echo famosa esta escultura. Es tan real, que parece que se va a mover. Cuesta creer que un hombre fuera capaz de realizar esta obra con sus manos.
Es aquí donde mas tiempo permanecemos, tratando de observar cada detalle de la escultura. Luego continuamos visitando el resto de galerías, en los que se encuentran magnificas obras de arte.
Hemos estado algo más de una hora dentro. Objetivo cumplido. Ya hemos visto el David de Miguel Ángel con nuestros propios ojos. No nos ha defraudado en absoluto.
Nos queda mucha tarde por delante, así que continuamos caminando sin rumbo, deleitándonos con todo lo que vemos. Cada vez me gusta más callejear por esta ciudad.
Volvemos al apartamento para cenar. Esto de tener cocina tiene sus ventajas.
Luego, salimos en busca de una lavandería, ya que nos estamos quedando sin ropa limpia. Muy cerca hay un local de lavado automático. Tiene lavadoras, secadoras y maquinas expendedoras con detergente y suavizante. En un rato toda nuestra ropa vuelve a estar lista.
Y así termina nuestro primer día en Florencia. Nos ha encantado.
Resumen diario:
- Merece la pena coger el tren rápido, ya que en nada estás en Florencia. No es la opción más barata, pero si vas algo apretado de tiempo, es la mejor.
- Te recomiendo el apartamento en el que nos quedamos (Dante´s Apartment). Muy buen precio, buena localización y muy bien equipado).
- Me encanta callejear por esta ciudad. Podría vivir aquí sin ningún problema.
Sexto día: arte a raudales.
Tras desayunar en el apartamento nos hemos ido hacia el Museo del Palazzo Veccio, que se encuentra en la Plaza de la Señora.
Como todos los días, vamos sin primas, paseando y disfrutando de lo que vamos encontrando.
La Plaza de la Señora es amplia, y en ella hay mucho que ver. Lo que más nos llama la atención es una escultura de una tortuga marina dorada enorme. No cuadra mucho allí, pero es llamativa. También hay una figura ecuestre de Cosme I de Medici y la Fuente de Neptuno.
En un de los laterales de la plaza se encuentra el Palazzo Veccio, aunque desde fuera parece mas un castillo que otra cosa.
Junto a la entrada se encuentra una copia del David de Miguel Ángel. Ni comparación con el original.
La entrada da a un patio interno muy bonito. En el centro se encuentra una fuente con una figura conocida como «el ángel con el delfín». En realidad se trata de una copia, la original está en la segunda planta del palacio.
Tras deleitarnos con el patio de Michelozzo, que así se llama, pasamos al Gran Salón del Cinquecento. Se trata de una sala enorme, rodeada de espléndidas esculturas, que se usaba (y se usa) para audiencias y eventos especiales.
Entre todas ellas, la más famosa es el «Genio de la Victoria», de Miguel Angel. Personalmente, me gustan las otras mucho más.
Tras el Gran Salón, se pueden visitar los Cuartos Monumentales del Palazzo. Estos Cuartos se encuentran tanto en la primera como en al segunda planta. Están ricamente decorados y la mayoría están dedicados a algún personaje célebre.
En la segunda planta encontrarás la figura original del «ángel con delfín».
Uno de los cuartos que más me llama la atención, es uno lleno de mapas antiguos. Sorprende la precisión que tenían entonces.
Este Palacio es enorme. Nos lleva un buen rato recorrerlo. Al salir, vamos buscando… si! un helado!
Nuestro siguiente objetivo es la Galería Ufizzi. Aquí se encuentra otra de mis obras de arte favoritas: El nacimiento de Venus, de Botticelli.
Se encuentra situado junto al Palazzo Veccio, por lo que no tardamos mucho en llegar. Hay que comprar entradas para una hora determinada, ya que también van controlando el número de personas dentro para evitar aglomeraciones.
El edificio tiene forma de «U», con dos largos pasillos, desde los que salen habitaciones llenas de obras de arte.
Es imposible verlo todo en un día, por lo que elegimos que habitaciones queremos ver. Las que menos nos interesan las pasamos rápido. Es increíble la cantidad de piezas que guarda este museo.
Cuesta creer que en un solo edificio haya obras de artistas tan importantes como Miguel Angel, Rafael, Tizziano, Caravaggio o Botticelli. Todas de incalculable valor.
Hablando de Botticelli, podrás contemplar varias de sus obras, aunque yo me quedo, como ya os comenté, con el «Nacimiento de Venus». Me gusta tanto, que tengo una lámina de este cuadro en el salón de mi casa.
Es la hora de comer, así que volvemos hacia nuestro apartamento y paramos en nuestro restaurante favorito. Hoy quiero probar uno de los platos típicos de aquí: el bistec a la florentina.
Si bien no está malo, creo que no se corresponde el precio que tiene con la calidad. Demasiado caro para lo que es.
Aprovechamos que estamos cerca del apartamento para visitar, esta vez si, la Basílica di Santa Croce. Aunque por fuera es imponente, el interior no es demasiado llamativo, si lo comparamos con otras catedrales e iglesias que he visto. La decoración es bastante austera.
Tras la visita rápida, nos dirigimos hacia la Catedral de Santa María del Fiore, también conocida como el «Duomo».. Esta Catedral es la cuarta mayor iglesia del mundo y su exterior revestido en mármol blanco, verde y rosa, destaca sobre todos los edificios de la ciudad.
Hay que comprar entrada, como no (15 euros). Nosotros estamos interesados en subir a la cúpula, y para eso hay un acceso especial en la parte norte de la Catedral. Es fácil dar con el porque suele haber una cola muuuuy larga. Tuvimos que esperar un buen rato.
Una vez entras, toca subir escalones. Muchos. Al principio son anchos y se suben bien, pero poco a poco, la escalera se va estrechando más y más, y llega un punto en el que solo pasa una persona, y apretado. En total son 463 escalones, por lo que no es apto para todo el mundo. Si tienes claustrofobia, tampoco te lo recomiendo.
La subida se hace por tramos. En uno de ellos podrás contemplar los frescos del interior de la cúpula (duomo) construida por Brunelleschi. En ellos se representan imágenes del cielo y el infierno (estas últimas muy explícitas, tanto que algunas dan hasta miedo).
Tras la dura subida, llega la recompensa. Las vistas de Florencia desde aquí arriba son espectaculares.
Ahora toca bajar, y otra vez más de lo mismo. Escaleras empinadas y estrechas.
Al llegar a la calle, para reponer fuerzas, nos compramos unos «canolli», que aunque es un dulce típico de Sicilia, lo venden por todos lados.
Hemos decidido que mañana nos iremos hacia Venecia, así que queremos aprovechar lo que nos queda de tarde.
Primero vamos a ver la plaza y la iglesia de Santa María Novella. Aprovechamos que está justo al lado de la estación de tren para comprar los billetes para mañana.
Para terminar el día, nos dirigimos hacia el puente más famoso de Florencia: el Ponte Vecchio.
A lo largo de este puente se encuentran una gran cantidad de casas colgantes, en los que se albergan joyeros y orfebres.
El día no da para más. Cenamos de nuevo en el apartamento y recogemos todo para salir mañana temprano rumbo a otra ciudad que llevo mucho tiempo queriendo visitar: Venecia.
Resumen diario:
- Aunque no hay tantas colas como en Roma, te recomiendo que te compres las entradas antes por Internet.
- Sigue comiendo helados.
- Tómate tu tiempo para visitar la Galería Ufizzi y el Palazzo Veccio. Es tal la cantidad de obras de arte que contienen, que si vas con prisas te saturarás. Si fuera otra vez, trataría de ver un lugar al día únicamente y dejar el resto del tiempo para callejear. Así creo que puedes asimilar y disfrutar mejor todo.
- Merece la pena subir hasta la cima del Duomo. Cansa, pero las vistas lo valen.
Séptimo día: la ciudad del amor.
Anoche buscamos un hotel donde quedarnos en Venecia. No encontramos nada barato, así que cogimos un hotel cerca de la estación de tren, para una sola noche.
A primera hora cogemos el tren que tarda unas dos horas. Luego, a dejar las cosas al hotel y a comer algo. Encontramos un lugar con buena pinta junto al Ponte delle Guglie.
Comemos bien, y no muy caro. La pizza que nos trajeron, enorme. Yo sigo fiel a mi «loquesea» al frutti di mare. En este caso, una receta veneciana de espagueti con almejas. No recuerdo el nombre en italiano.
Tras reponer fuerzas, comenzamos a explorar la ciudad. Para hacerlo fácil, decidimos seguir los canales principales. Atravesamos el Ponte delle Guglie y nos internamos en el barrio del Cannaregio por la calle Rio Terá S. Leornardo.
Enseguida te das cuenta de lo turística que es esta ciudad. Montones de tiendas de recuerdos y restaurantes a ambos lados de la calle.
En algunas tiendas venden máscaras de carnaval. Me gustan mucho. Puede que me lleve alguna.
Hay otra cosa que tardamos más tiempo en reconocer: no hay coches! Los únicos vehículos que vemos son las barcas y lanchas que van por los canales. Por las calles, todo el mundo a patas. Esto me gusta.
Vamos vagando sin rumbo, dejando atrás las calles importantes y como era de esperar, encontramos rincones de gran belleza.
Florencia me gustó mucho, pero Venecia pasa al primer puesto de la parrilla. Tiene un encanto especial. El que no haya coches, la tranquilidad, los canales… Venecia tiene algo.
Es muy curioso ver como las góndolas se meten por canales tan estrechos que parecen que no van a poder pasar.
Hay una gran diferencia entre Gran Canal, muy amplio y por donde transitan todo tipo de barcos, y los canales más pequeños en lo que solo entran las góndolas y las barcas más pequeñas.
Multitud de pequeños puentes atraviesan estos canales, por lo que tras un rato, uno siente como si se encontrara en un laberinto. Canales, calles, plazas y casas, amplios en algunas zonas y extremadamente estrechos en otras. Aunque llevamos un plano, hay veces en los que cuesta encontrar qué camino tomar, para llegar al puente que quieres coger para poder atravesar este o aquel canal. Es muy divertido.
Llegamos hasta el Ponte di Rialto. Me recuerda un poco al Ponte Veccio de Florencia. También está lleno de joyerías y tiendecitas.
Lo atravesamos con la intención de volver al hotel siguiente la otra orilla del Gran Canal.
El Gran Canal es impresionante. Es como una autopista. Continuamente suben y bajan barcos de todos los tamaños, transportando gente y todas las cosas que la ciudad necesita para vivir. Hay barcos de policia, de bomberos, de correos, ambulancias… Han tenido que adaptarse para vivir en esta maravillosa ciudad donde los canales son la principal vía de transporte.
Tras un buen rato, llegamos a nuestro hotel al anochecer. Nos gusta tanto, que decidimos que nos quedaremos en el hasta que nos vayamos.
Aunque se encuentre en una calle muy estrecha y por fuera no tenga muy buena pinta, las habitaciones son muy cómodas y están muy bien decoradas. Tiene un patio interior muy fresquito y el personal es super amable. Además está muy bien localizado y tienes la estación del tren justo al lado, lo que viene genial para el día en el que nos vayamos.
Nos vamos a dormir con una sonrisa en la boca. Esta ciudad se merece la fama que tiene.
Resumen diario:
- Antes de venir, tenia la duda de como llegar a la ciudad. Creo que el tren es la mejor opción. La estación de Santa Lucía te deja en plena Venecia.
- Hay gente que prefiere alojarse en Lido o en otras ciudades cercanas a Venecia, y moverse durante el día a la ciudad para visitarla. Si bien los alojamientos nos son muy baratos, hay tanta oferta que siempre puedes encontrar algo que sea asequible. No vas a ir muchas veces a Venecia, así que nosotros preferimos gastar un poco más y tener la opción de disfrutar de la ciudad durante todo el día. Si te alojas fuera, dependes de los barcos, por lo que no llegarás tarde y tendrás que irte temprano.
- Piérdete por Venecia. No sigas las calles principales, por donde va todo el mundo. Callejea, atraviesa puentecillos, busca lugares apartados. Te sorprenderán.
Octavo día: navegando por los canales.
Segundo día en Venecia. Seguimos con nuestro plan: no tener ningún plan.
Desayunamos en la calle, en una de las muchas pastelerías que hay diseminadas por toda la ciudad. Miriam prueba una especie de roscos/donuts muy ricos. No no tengo hambre aún.
Luego, a seguir investigando calles y canales, sin rumbo y sin prisas. Hay rincones realmente bonitos. Solo con pasear ya vas a disfrutar de esta ciudad, que tanto tiene que ofrecer.
Hay calles tan estrechas, que parece que los tejados de los edificios se van a tocar.
Tras un buen rato caminando, llegamos al Mercado de Rialto. Está muy animado y, aunque no es muy grande, puedes encontrar productos frescos a buenos precios.
Dentro se encuentra el Mercado del Pescado. Es un edificio con una amplia planta baja abierta y grandes columnas en los laterales. Me sorprende lo fresco que está el pescado y la cantidad de marisco que hay.
Llevamos toda la mañana andando y hace mucha calor. Es el momento de hacer una parada en una zona fresquita y reponer fuerzas.
Ahora si que tengo hambre, así que me compro un bocata. Hay muchas tiendas de bocadillos: gran variedad y buen precio. Ademas, los que probé estaban muy ricos.
Seguimos camino y llegamos sin darnos ni cuenta a uno de los lugares más conocidos de Venecia: la Plaza de San Marcos.
En esta plaza se encuentra la Basílica del mismo nombre, el Palacio Ducal y algunos museos. Esta llena de gente, demasiada para nuestro gusto, por lo que no nos quedamos mucho por allí.
Justo allí hay un gran embarcadero lleno de góndolas. Es uno de los principales puntos donde los turistas las alquilan, por lo que los canales de los alrededores están realmente llenos y se producen hasta algún que otro atasco.
Nosotros nos fuimos sin probarlo. El precio que piden 880 a 100 euros/hora) me parece desorbitado. Con eso tengo para varias noches de hotel.
De todos modos, hay formas más batatas de disfrutar de los canales de Venecia: los vaporettos. Nosotros estamos cansados de andar, así que decidimos coger uno.
Son el equivalente a un autobús, pero acuático. Hay varias líneas que te permiten moverte por toda Venecia de una forma barata.
Van por los principales canales, y hay paradas por todos lados, por lo que te permiten moverte de forma fácil y rápida de un lado para otro. Son fácil de distinguir porque cada línea es de un color, y este color lo mantienen en las paradas.
Nosotros cogemos una linea que pasa muy cerca de nuestro hotel. Así nos evitamos volver a patas. Queremos llegar allí para comer en un restaurante que nos han recomendado.
Ver Venecia desde los canales, desde esa otra perspectiva, tiene su encanto. Ademas, vas sentado y no cansa ni pasas calor.
El gran canal es impresionante. La «autopista» llena de barcos que van y vienen. Mercancías y productos que son transportados. El canal da la vida a la ciudad.
Desde el vaporetto se ven diferentes algunos lugares que ya hemos visitado, como el Mercado del Pescado.
El restaurante que nos han recomendado se llama Casa Bonita. Esta situado en Cannaregio, 492.
No esta cerca de las zonas más turísticas y eso se nota. Muy buen precio, muy buena calidad, y pocos turistas. Os lo recomiendo.
Antes no os comenté una cosa. Hay varios tipos de billetes de vaporetto. El de un viaje solo, y otros por días (uno, dos, tres, una semana).
Nosotros hemos cogido unos de 24 horas, por lo que podemos seguir usándolos sin límite hasta mañana.
¿Qué hacemos por la tarde? Tenemos los billetes, así que… nos vamos a visitar la famosa isla de Murano, al norte de Venecia. Famosa, por los productos de cristal que allí se fabrican.
Cogemos la línea tres que va directamente desde la estación de trenes (al lado del hotel) hasta la isla. Tardamos en llegar unos veinte minutos.
No va mucha gente. Nos han dicho que por la tarde cierran las fábricas de cristal y muchas de las tiendas, pero nos da igual. Con pasear un rato por la isla nos basta.
En realidad Murano se compone de varias islas pequeñas unidas entre puentes. Nosotros nos limitamos a recorrer el islote donde se encuentra el embarcadero principal del vaporetto (Murano Faro) y el que se encuentra justo al lado.
Entre ambos, hay un canal muy bonito en el que se encuentran aparcadas las barcas de los lugareños.
A ambos lados hay varias tiendas de cristal y algún restaurante. Casi todo cerrado ya. En cuanto al as fábricas, solo encontramos una abierta y podemos observar como un maestro cristalero (o como se llame) realiza en directo los productos. Hacen auténticas obras de arte, por lo que el precio no es precisamente barato. De todos modos, compramos algunos regalillos.
Echamos el resto de tarde en Murano. Allí vemos que desde allí sale un barco que lleva hasta otra isla, menos famosa pero, por lo que nos dicen, mucho más bonita: la isla de Burano. Otro día iremos.
Y así acaba nuestro segundo día. Sigue haciendo mucha calor, así que hemos pensado que mañana vamos a refrescarnos y a darnos un buen chapuzón a la playa. Si, hay playa en Venecia, en otra de las islas: Lido.
Resumen diario:
- Prueba la comida callejera de Venecia. Los pasteles y bocadillos merecen la pena.
- Ya sabéis que yo soy el tonto de los mercados. Me encantan. Si a ti también, no te pierdas es el Rialto. Especialmente, el Mercado del Pescado.
- La Plaza de San Marcos es interesante de ver, por la fama que tiene, pero si no te gustan las aglomeraciones ni los sitios demasiado turísticos, no emplearas mucho tiempo en visitarla. Es bonita, pero yo me esperaba otra cosa.
- Si pillas una época de mucha calor y no quieres caminar, el vaporetto es tu mejor opción. Elige el billete que más te convenga y a disfrutar. Personalmente prefiero caminar, ya que podrás llegar a sitios a los que el vaporetto no llega, pero siempre puedes bajarte en una parada que quede cerca de tu objetivo, y continuar caminando.
- Si quieres comprar productos de cristal de calidad a precios mas bajos que en Venecia, te aconsejo que vayas a Murano. Tendrás que ir por la mañana, ya que por la tarde está casi todo cerrado. Supongo que también habrá mucha gente, así que si lo que quieres es pasear con tranquilidad, ve por la tarde. También podrás hacer compras ya que hay algunos sitios abiertos.
- Te recomiendo el restaurante Casa Bonita. Se come realmente bien.
Noveno día: día de playa y compras.
Como os adelantaba ayer, hoy nos hemos ido a la playa. Para ello, hemos cogido un vaporetto que te lleva a la isla de Lido. Nos hemos bajado en la parada de Santa María Elisabetta.
Lido es una isla muy larga y estrecha. La playa queda en la costa contraria de donde nos hemos bajado, así que hay que andar un poco (unos minutos solo).
Cogemos por una amplia avenida llena de hoteles y restaurantes. Se nota que esta isla es muy turística.
La playa no está mal para lo que queremos: relajarnos y refrescarnos. Pero tampoco es para tirar cohetes.
Tras comer algo, nos volvemos a Venecia. Durante la tarde nos dedicamos a hacer algunas compras. Entre ellas, una máscara de carnaval que me gusta desde que la vi. Hay una tienda cerca del hotel que se dedica a venderlas. Tienen de todos los tamaños, formas y precios.
La que quiero comprar es algo grande, y no se como la voy a llevar de vuelta. El problema me lo resuelve rápidamente la simpática vendedora de la tienda: nos la envían por correo sin gasto alguno.
Me daba un poco de miedo a que se fuera a perder o a que llegara rota, pero llegó puntualmente y en perfectas condiciones. La foto la tomé en mi casa. Otro recuerdo de uno de mis muchos viajes.
Por la noche nos vamos a cenar a otro lugar que nos habían recomendado: la Trattoria Da Mimmo.
Se encuentra situada en la calle Rio Terá S. Leonardo.
Me ha gustado mucho este sitio. Pese a estar en una calle muy turística, no esta mal de precio y puedes saborear algunas de las especialidades locales.
Resumen diario:
- Si tienes mono de playa, vete a pasar un día a Lido. No es una playa tropical, pero no esta mal.
- Entre todos los productos tipicos de Venecia, hay dos que destacan: el cristal de Murano, y las máscaras de carnaval. Ambos son caros, pero en mi opinión lo valen. De todas formas, hay productos de todos los precios y colores, así que siempre vas a poder encontrar algo que se ajuste a tu precio. En mi caso, la máscara me salió por una pasta, aunque conseguí bajar un poco el precio regateando (no mucho). Aunque cara, me gustó mucho, y creo que es un buen recuerdo de mi paso por esta ciudad. La verdad es que queda muy bien colgada en mi casa.
- La Trattoria Da Mimmo, totalmente recomendable.
Décimo día: la isla multicolor.
Hoy toca excursión a Burano. Esa isla de la que tan bien habla todo el mundo.
Volvemos a coger el vaporetto que nos lleva hasta Murano, y de ahí otro hasta nuestro destino final.
Desde que comienzas a ver la isla en la lejanía, ya se puede observar lo apretadas que están las casas y lo coloridas que son.
Ya en tierra, seguimos por unas callejuelas muy estrechas que llevan hasta el centro del pueblo. Llama la atención la tranquilidad que hay, la paz. Pese a ser muy turístico, se ve que han sabido mantener la esencia del pueblo.
Lo que más llama la atención, sin duda, es lo colorido que es todo. Las casas, cada una de un color, a cual más chillón. Las ventanas y balcones adornados con flores. Parece un pueblo de cuento.
El interior de la isla está atravesado por pequeños canales, los cuales están llenos de las barcas de los lugareños. Aquí tampoco hay coches, así que la única forma de moverse es teniendo una barca.
Es un placer para los sentidos pasear por este hermoso pueblo. Muchos rincones mágicos para descubrir, así que te recomiendo, como siempre, caminar y perderte por la multitud de callecitas.
Otra cosa nos llama la atención. Hay una iglesia en el centro, y desde lejos parece que la torre del campanario está algo torcida. Nos acercamos y, efectivamente, esta pero que muy torcida. En plan torre de Pisa. La tienen apuntalada, pero no tiene pinta de que vaya a durar mucho así. Cualquier mañana de estas se la encuentran en el suelo.
Hay varios sitios para comer, especialmente en la «plaza del pueblo». Allí también encontraras tiendas varias que venden recuerdos, especialmente de cristal de Murano y encaje de hilo, de producción local.
Nosotros preferimos sentarnos en un lugar menos céntrico, junto a uno de los canales. Comemos muy bien y a buen precio.
Luego, último paseo por el pueblo antes de volver a Venecia. Nos ha gustado mucho esta isla. No había oído hablar de ella antes, pero va a ser uno de los bonitos recuerdos que nos quedará para siempre de este viaje.
Durante la vuelta, de unos 45 minutos, tratamos de quedarnos con todo lo que vemos. Hay que aprovechar los últimos momentos que vamos a pasar en Italia. Mañana nos movemos, muy hacia el sur, hacia otra isla que, aunque es muy diferente, también tiene mucho encanto: Malta.
Las últimas imágenes que Venecia nos regala, permanecerán por siempre en nuestra retina.
Resumen diario:
- No puedes perderte Burano. Tienes que visitarla si o si.
- Si quieres llevarte algún recuerdo de cristal de Murano, esta isla es una buena opción. Los precios son algo más baratos que en Venecia, y además, podrás comprar con mucha más tranquilidad que allí.
Undécimo día: de Italia a Malta.
Hoy ha tocado madrugar para poder coger el avión que nos llevará a nuestro siguiente destino: Malta.
Primero hemos ido a la estación de autobuses, muy cerca de la de trenes, y desde allí hemos cogido un bus que nos ha dejado en el mismo aeropuerto.
Los últimos días de esta aventura los vamos a pasar aquí, así que quería despedirme por todo lo alto. He reservado habitaciones en un hotel en los que normalmente no suelo estar: el Fortina Spa Resort, en Sliema.
Es la segunda vez que vengo a esta isla. La otra vez también me alojé en Sliema. Hay más vida que en la capital, La Valeta, y más oferta de alojamientos. No llega a tener la marcha y vida nocturna de San Julián, es un termino intermedio. Si te gusta la fiesta, mejor San Julián.
El vuelo ha sido de casi cuatro horas, así que entre unas cosas y otras, llegamos al hotel ya por la tarde.
Tras dejar nuestras cosas, nos vamos a dar una vuelta por el paseo marítimo de Sliema.
Hay pequeños barcos atracados por todas partes. Y algunos no tan pequeños…
Me gustan mucho las casas con fachadas antiguas, y con esos balconcitos tan típicos de aquí.
Al final del paseo, casi llegando a el acceso a la isla de Manuel, encontramos algo que nos llama mucho la atención. Alguien ha construido una especie de refugio para animales. Parece una ciudad en miniatura y en ella conviven patos, gallinas, conejos y cobayas (que veamos nosotros). Está muy chulo. Nos quedamos un rato mirando como los animales corretean y juegan sin ninguna preocupación.
La noche se nos echa encima, así que cenamos en uno de los muchos restaurantes que hay por el paseo, y a dormir. Mañana, más.
Resumen diario:
- Como decía antes, hay muchas opciones para alojarse en Malta, cerca de la capital. La Valeta es mas para ir a verla y volverse. No hay mucha vida. Si te gusta la marcha y la fiesta, vete a San Julián. Y si buscas algo intermedio, te recomiendo Sliema.
- Hay hoteles de todos los precios y calidades. La otra vez me quedé en uno normalito, a muy buen precio. Esta vez, en uno mas caro, pero con mas atractivos. Entre ellos, la posibilidad de usar el Spa del hotel, que no está nada mal, de forma gratuita. Además, tiene una piscina interior muy espaciosa. Las habitaciones, geniales. Os recomiendo el Fortina Spa Resort.
Duodécimo día: un día «pasado por agua».
Estando en una isla con gran tradición marinera, no hay mejor forma de conocer La Valeta y los alrededores, que dando un paseo en barco.
A lo largo del paseo marítimo podrás encontrar muchos puestecitos que te ofertan viajes, ya sea por la zona, o a otras islas.
Haber estado aquí antes, tiene sus ventajas. Nos vamos directos a la misma compañía que utilicé la otra vez: Latini Cruises.
Si quieres más información sobre este crucero, o sobre mi otro viaje a Malta, puedes pinchar en el siguiente enlace: Viaje a Malta.
Durante una hora y media, recorres toda la costa y puedes ir oyendo la gran historia que tiene este pequeño País.
La vista de La Valeta desde el mar te permite ver la cantidad de edificios históricos y de murallas que la ciudad tiene.
Toda la ciudad está rodeada de unas murallas y fortalezas impresionantes. Es normal que esta isla haya soportado grandes asedios y batallas durante toda la historia.
En el puerto, hay atracados enormes cruceros que dan fe de lo turística que es Malta.
También se puede observar el contraste entre los barcos tradicionales, muchos empleados para la pesca, y los barcos de recreo. Todo el mundo debe tener un barco aquí, a juzgar por la cantidad de ellos que hay atracados por todas partes y la cantidad de puertos deportivos que tienen.
Me sigue llamando mucho la atención lo apegotonado que parecen los edificios de La Valeta. Multitud de ventanitas y balconcitos jalonan las fachadas, y las empinadas callejuelas con cientos de escalones.
Tras disfrutar de este gran paseo en barco y aprender nuevas cosas sobre la historia y forma de vida de los maltenses, toca reponer fuerzas, aunque no es que hayamos gastado muchas jajaja.
Esta vez comemos en el Black Gold Saloon, un restaurante tipo norteamericano situado en el paseo de Sliema.
Tras una mañana «tan ajetreada», nos vamos a relajarnos a «la playa». Lo pongo entre comillas, porque si hay algo que no vas a encontrar aquí son buenas playas de arena. Hay un par por la isla que están más o menos bien, pero el resto es costa rocosa y acantilados.
Lo bueno, es que el agua es increíblemente cristalina. Hacer submarinismo aquí tiene que ser una delicia.
No nos vamos muy lejos. Justo frente al hotel, hay una zona con buenos accesos y desde donde se puede uno dar un buen baño y tomar el sol.
Las vistas de La Valeta desde el mar, son incluso mejores. Esta atardeciendo y vemos como regresan muchos barcos y lanchas de excursiones varias.
Nos llama la atención especialmente unas fuera borda rojas, que van a todo trapo y en las que la gente parece estar pasándoselo pipa. Habrá que buscar información luego.
Pasamos el resto de la tarde aquí, entre el sol y el mar. Como una imagen vale más que mil palabras, baste la siguiente foto para mostraos que tal lo pase.
Para cenar, nos vamos a un restaurante italiano del paseo, el Tre Angeli. Veo que tienen pasta con langosta, y no me puedo resistir…
Resumen diario:
- Hay mucha oferta para paseos en barco, ya sea por alrededores de Sliema o La Valeta, o para ir a otras islas, principalmente Gozo y Comino. Os recomiendo el paseo que ofrece Latini Cruises, porque son muy simpáticos, te dan un repaso muy bueno de toda la historia de la isla, y pasas un rato muy agradable.
- Si vas buscando tremendas playas de arena, Malta no es tu lugar. Es cierto que hay varias playas de arena, o de piedras pequeñas, pero no son gran cosa. En lo que si pueden competir es en la calidad de sus aguas. Son increíblemente limpias y transparentes.
- En todas las calas tienen escaleras hacia el mar, como las de las piscinas, así que no hay ningún problema en bañarse. El suelo rocoso es un poco duro para estar tumbado, eso si, pero es muy bueno para la espalda ;).
- No os recomiendo ningún sitio en particular hoy para comer. Hay mucha oferta, de todo tipo de comida, así que ve a lo que más te guste.
- Algún día vendré a Malta a hacer submarinismo. ¿Alguien ha tenido la experiencia ya? ¿Algún consejo?
Décimo tercer día: Comino y el lago azul.
Malta está compuesto de varias islas. Las tres principales son Malta propiamente dicha, Gozo y Comino.
La principal razón por la que este viaje acaba aquí y no en Italia, es porque quería que Miriam viera la Laguna Azul. Para mi, es de lo mejor de Malta.
La Laguna Azul se encuentra en la isla de Comino, la más pequeña de las tres. No es una laguna propiamente dicha, ya que está en el mar. Sus aguas azul turquesa transparentes, hacen que se parezca a una piscina.
Para llegar a la Laguna Azul, hay que coger un barco. Hay muchas opciones. Desde coger un ferry en Melieha, al norte de la isla de Malta, hasta contratar un pequeño barco para ti solo, pasando por múltiples opciones y visitas guiadas.
Yo la otra vez elegí la opción ferry, ya que quería visitar también Gozo. Esta vez, elegimos una opción mucho más divertida: Supreme Power Boats.
Reservamos dos plazas por Internet la tarde anterior, ya que son lanchas con no mucha capacidad y no queríamos quedarnos sin sitio. Lo que no sabíamos es que tienen varias lanchas. En nuestro viaje iban tres, repletas, eso si.
Salen, como casi todos los viajes guiados, desde el puerto marítimo de Sliema. Cuando llegamos ya había mucha gente esperando. Van llamando a la gente y para adentro.
Una vez llenas las tres lanchas, vamos saliendo, despacito, hacia alta mal. Una vez allí, las tres lanchas se ponen a la máxima velocidad. Es muy divertido. Van haciendo carreras unas con otras, y de vez en cuando, haciendo un poco el loco, con virajes cerrados y muchos muchos botes. Este vídeo es de la salida, cuando todavía iban tranquilos. Traté de grabar luego, pero es imposible. No os podéis imaginar como se movían las lanchas.
En nada llegamos a la isla de Comino. Lo primero que exploramos son las muchas cuevas y grutas marinas que hay. Al tratarse de barcos pequeños, en algunas nos podemos casi meter dentro. El agua aquí ya es de un color precioso.
Tras las cuevas, el lago azul. Esto es precioso. Desembarcamos y las lanchas se van. Volverán por la tarde a recogernos.
El igual que en Malta, no hay playa de arena. La gente se pone por donde puede por las rocas. También tienes la posibilidad de alquilar una hamaca con sombrilla. No sale muy caro, así que elegimos la segunda opción. Hay bastante gente, debe ser porque es verano. La otra vez estaba yo prácticamente solo.
Nos pasamos el día prácticamente en el agua. De vez en cuando salimos a tumbarnos un poco, y poco más.
Lo bueno de ser verano es que hay unos cuantos puestos de comida rápida, en plan bocatas y platos combinados. Esto no estaba la otra vez que vine. Nos compramos unos bocatas y unos refrescos, y a seguir relajándonos.
Ya por la tarde, vuelven las lanchas y toca volver a Sliema. De nuevo, a todo lo que daban y con buena música. Muy divertido.
En nada volvemos a estar cerca de nuestro hotel. Pasamos por donde nos bañamos ayer. Esta vez, los que vamos en las lanchas somos nosotros :).
Después de un día tan «estresante», nos vamos a caminar por el paseo marítimo hasta llegar a San Julián.
Conforme nos vamos acercando, vemos que hay mucho más ambiente, mas gente en la calle y muchos más restaurantes y hoteles. Se nota que esta zona es más turística si cabe que Sliema. El paseo marítimo lo tienen muy cuidado, con parques y terrazas.
Hay gente bañándose por toda la cosa. Es curioso ver como han excavado piscinas naturales en la roca, que son alimentadas por el agua del mar. No se lo montan mal los maltenses, no.
Cada dos por tres nos encontramos con alguna tienda o escuela de submarinismo. Me van a estar poniendo los dientes largos hasta que me vaya.
Para terminar el día nos sentamos a cenar en un Restaurante, el Surfside.
Os pongo la localización porque cenamos realmente bien, y con unas vistas increíbles. Os lo recomiendo encarecidamente. Nosotros repetimos.
Solo tiene un defecto. Te ponen unos platos enormes. Imposibles para una sola persona, a no ser que tenga muy buen saque. Yo no es que coma poco, pero aquí se pasan.
Me pedí uno de los platos típicos de Malta, el conejo a la cazuela (cocinado con vino). Me pusieron un conejo entero y patatas fritas como para comer unos cuantos. No me lo pude acabar todo.
Resumen diario:
- Si vienes a Malta, no puedes irte sin ir a la Laguna Azul. Es de lo más bonito que vas a ver por aquí. Hay otros sitios que también merecen mucho la pena. Más info en el post de mi otro viaje a Malta.
- Elige la opción que mas te convenga, ya que tienes varias opciones para llegar a Comino. Si tienes tiempo, visita Gozo también. Hay mucho que ver, y no es tan turística como Malta (aunque lo sea también).
- Si quieres comer o cenar en un lugar tranquilo, con muy buenas vistas y muy buena comida (especialmente si vas en pareja), te recomiendo encarecidamente que te pases por Surfside. Seguro que te gusta.
Décimo cuarto día: día mundial del relax.
Seguimos con nuestra rutina: descansar y disfrutar todo lo que podamos. En Italia nos hartamos de andar, así que ahora toca relajarnos y movernos lo justo.
Tras desayunar, nos vamos de nuevo a nuestra calita favorita. Sol y mar. No necesitamos nada más.
Hoy estamos solos. No me diréis que no es bonita eh.
Para comer, decidimos volver al restaurante Surfside. Nos ha gustado mucho. Esta vez tenemos suerte y los platos no son tan gigantes, aunque siguen siendo grandes.
Por la tarde, hacemos uso del Spa de nuestro hotel. Tenemos un día completo gratis, así que hay que usarlo. No hay fotos, pero si os digo que está muy muy bien. Otra razón más para quedarse en este hotel.
Y esta es otra de las razones: la gran piscina con chiringuito que se convierte en bar durante la noche.
Tras cenar, nos tomamos un par de cócteles junto a la piscina, y a dormir. Mañana, nos vamos de aventura.
Décimo quinto día: y último! :(.
Todo lo bueno se acaba, pero hay que aprovechar hasta el último momento. Así que hoy, nos vamos de aventura para que Miriam vea otra parte que me gusta mucho de esta isla. El puerto de Marsaxlokk.
Este puerto pesquero se encuentra en el sudeste de la isla. Se llega fácilmente en bus. Nosotros compramos tickets para la linea roja de los buses de City Sight Seeing. Son los típicos autobuses turísticos que hay en muchas ciudades, de dos plantas. Lo bueno es que el billete te dura un día. Por lo que puedes bajarte donde quieras, y volver a montarte en otro, mientras sea de la misma línea. En este caso se trata de la línea T2, la del sur.
Estos autobuses son una muy buena opción para recorrer Malta, por un módico precio. Puedes simplemente montarte y recorrer toda la ruta, o bajarte donde quieras, pasar un rato y seguir camino. Te dan mucha flexibilidad ya que para un bus cada pocos minutos.
Hay otras rutas, incluyendo la isla de gozo. Puedes encontrar más información aquí.
Aprovecho el viaje para ir sacando fotos de algunos rincones que me gustan especialmente.
Ya sabéis que tengo debilidad por estos balcones. Me encantan.
En un rato, y tras varias paradas, llegamos a Marsaxlokk. Es un gran puerto pesquero, que no es que sea especialmente bonito, sobre todo viendo como al fondo varias fábricas no dejan de echar humo.
Lo que realmente me gusta de este puerto es la zona donde están los barcos de pesca tradicionales, los luzzu y las djhajsa, algo más pequeñas. Me encantan sus llamativos colores y sobre todo el curioso adorno que todas llevan: el ojo de Osiris.
Es fácil ver como los pescadores se disponen a salir a faenar, otros mientras reparan sus redes. Además, suele haber un pequeño mercadillo en el paseo en el que venden productos típicos de la isla y recuerdos.
Llega la hora de comer. En el mismo paseo hay varios restaurantes con terrazas donde puedes comer principalmente pescado y marisco, aunque tienen de todo.
De nuevo, nos ponen unas raciones donde podrían saciarse varias personas. ¡Que pechá de comer!
Tras reposar un poco, nos vamos buscando una parada de autobuses que nos lleve a nuestro siguiente destino: el Playmobil Fun Park.
Es una de las muchas aficiones en común que Miriam y yo tenemos: los playmobil. Aquí en Malta está una de las principales fábricas de Europa, así que tenemos que ir a verla.
No es posible ir con la línea de buses turísticos T2, pero sí en autobuses normales. Os dejo este enlace para que sepáis como llegar, estéis dónde estéis. La parada del Parque es la que se llama «Hal Far» al sudeste de la isla (linea X4 desde el aeropuerto).
En nada estamos en la puerta del Parque, fácilmente reconocible…
El acceso es gratuito a la zona donde se encuentra la cafetería y una zona de juegos, en la que los enanos pueden divertirse de lo lindo con una gran cantidad de playmobil que tienen por los suelos y en mesas totalmente a su disposición. A alguno no tan pequeño le dan ganas de sentarse y ponerse a jugar.
Esta zona de juegos esta decorada con figuras y elementos de playmobil de tamaño gigante.
A continuación está el Parque, que aunque es pequeño, también esta muy chulo. Puedes consultar los horarios y precios aquí.
En el parque tienen un barco pirata a tamaño real, entre otras muchas cosas.
Lo que quería ver (y sigo queriendo ver) es la fábrica.Tengo mucha ilusión por ver como fabrican las piececillas de estos juguetes que tanto me gustan.
Sin embargo, y por segunda vez, me quedo sin verla. Aunque parezca raro y extraño, solo se puede visitar entre semana. Los findes y días festivos, no hay visitas a la fábrica. Debe ser que como esos días no trabajan, tampoco la enseñan.
No me queda más que volver a Malta otra vez, y esta vez, venir entre semana. Que se va a hacer…
Llega la hora de volver. Pillamos un par de autobuses y nos bajamos en La Valeta. No nos podemos ir sin visitar la capital.
Antes os había dicho que La Valeta no tiene tanta vida como San Julian o Sliema. Puede que no me expresara bien. La Valeta, además de ser una ciudad preciosa, tiene mucha vida y mucho que ver. Antes me refería al ambiente nocturno. Por la noche La Valeta se queda prácticamente vacío, ya que los muchos turistas que la visitan suelen alojarse en los alrededores.
Se puede acceder a la capital por tierra, o por mar, ya que hay varios barcos que la unen con Sliema y otros puntos.
Mas que una ciudad, parece una fortaleza. Da la impresión de que primero se construyeron los impresionantes muros, castillos y palacios, y dejaron el espacio restante para las casas.
En el siguiente mapa podéis ver los lugares más turísticos de la ciudad.
Nosotros hoy solo queremos pasear, así que caminamos por una de las avenidas principales que recorren la ciudad de lado a lado, la «Calle de la República».
Como podéis ver, animación no le falta. Toda la calle esta llena de tiendas y restaurantes. Lo bueno es que si te sales de las tres calles principales, el resto está prácticamente vacío de gente.
Hay varias plazas muy bonitas, y muchos rincones que merecen la pena descubrir. Te recomiendo que te pongas a callejear. Es una ciudad muy pequeña, así que no te llevará mucho tiempo.
Tras un buen paseo, nada mejor para reponer fuerzas que un buen helado. Aquí la influencia italiana es muy grande, y en los helados se nota especialmente. Están riquísimos.
Y con este helado tan rico, termina nuestro viaje. Han sido unos días muy especiales, hemos conocido ciudades maravillosas y lugares increíbles. Nos hemos dado un buen baño de arte italiano, y nos hemos relajado y disfrutado de lo mucho que tiene Malta que ofrecer.
Tengo que volver tanto a Italia como a Malta. En Italia especialmente hay mucho por ver, y en Malta tengo que hacer submarinismo algún día y tengo que ver la fábrica de Playmobil. ¡Necesito mas vidas!
Resumen diario:
- El puerto de Marsaxlokk es otro de los puntos que no te puedes perder si vienes a Malta.
- Moverte por la isla en bus es fácil y barato. Los buses locales son la mejor opción, por el precio. El único inconveniente es que si quieres ver varias cosas, tendrás que hacer varios cambios de bus, y no pasan tan de seguido como los buses turísticos.
- Si eres fan de playmobil, pásate por el Playmobil Fun Park (entre semana, no lo olvides).
- La Valeta da para varios días, si vas es plan tranquilo y quieres verlo todo. Hay mucha historia entre esas calles y muchos lugares importantes. Si solo quieres pasear, también merece la pena.