Viaje a Malta
(16 al 20 de abril de 2013)
Después de unos meses de mucho trabajo y estrés, necesito un viaje para descansar y relajarme. ¿Qué mejor que irme a pasar unos días a una pequeña isla del Mediterráneo?
Tengo una semana de vacaciones y necesito huir. Rápidamente me pongo a buscar vuelos baratos con destino «a dónde sea». Necesito desconectar y descansar urgentemente.
Utilizo mi buscador de vuelos favorito (uno que me permite poner como origen «España» y «Destino» cualquier país del mundo»), y veo que hay vuelos directos para Malta desde Sevilla a unos precios muy asequibles, así que… para Malta!
Podéis encontrar más información sobre como viajar a Malta en avión en el siguiente enlace:
http://www.descubremalta.com/2010/06/como-viajar-a-malta-en-avion/
No me lo pienso dos veces. El único inconveniente, ya que no tengo opción de jugar con los días al ser una semana fija la que tengo de vacaciones, es que el vuelo de ida llega ya por la noche, y el de vuelta, sale temprano por la mañana, por lo que son dos días que se «pierden». Resumiendo: voy a estar tres días completos en Malta y unas horas de los días de ida y vuelta. ¿Será suficiente para recargar pilas?
Busco alojamiento, teniendo en cuenta localización y precio, y… ¡ya estamos listos!
Primer día. Vamos que nos vamos.
Como os comentaba, el vuelo sale por la tarde/noche, por lo que llego a Malta bien entrada la noche. He contratado un bus en Sevilla que sale del aeropuerto y te deja en tu hotel por un módico precio. Tenían montado un mostrador ofreciendo este servicio justo al lado del mostrador de facturación, y como aun no sabía como me iba a trasladar al hotel, me decidí por comprar el billete aquí en España.
El vuelo salió puntual y tras dar las cabezadas de rigor, llegamos al aeropuerto internacional de Malta. Nada más salir y recoger el equipaje, me pongo a buscar donde coger el bus. Encuentro la oficina y veo que hay una larga cola de gente esperando. Tras indagar un poco, me dirijo al mostrador de la compañía, que está bastante escondido, y entrego mi billete. Me preguntan a qué hotel voy, y me indican que espere a que me llamen.
Espero, y espero, y espero y me desespero!!!. La gente va saliendo poco a poco, a cuenta gotas. No se si es que utilizan el mismo autobús para hacer todos los recorridos, o si es que los que salen son abducidos por algún OVNI. El caso es que me dan las tantas de la mañana esperando a que al final me llamen. Y digo al final, porque fue en el último autobús. Si lo hubiera sabido, me habría pillado un taxi y habría llegado mucho antes al hotel.
Cansado y cabreado llego a mi hotel. A todo esto, no os he hablado del alojamiento. Estuve mirando varios hoteles en un buscador y al final me decidí por coger uno en Sliema. ¿Por qué? por varias razones. En primer lugar, está en un lugar perfecto. Valletta no tiene nada realmente (si, es muy bonita de visitar pero no tiene vida una vez anochece). Al otro lado se encuentra el barrio/pueblo de San Julián, famoso por la marcha nocturna (y el ruido que esta produce). Así que quedarse en Sliema te permite estar cerca de ambos lugares, sin sufrir los inconvenientes de los mismos. En segundo lugar, está situado en el mismo paseo marítimo lo que te facilita el acceso a todo tipo de transportes (bus y barco) y si alquilas un coche, tiene una salida muy fácil de la ciudad. Mi elección final fue el Bayview Hotel & Apartments.
Para más información sobre este hotel, podéis mirar el siguiente enlace:
http://www.bayviewmalta.com/en
Comentarios:
- Si tenéis flexibilidad de días, es mejor pillarse unos vuelos que te permitan disfrutar lo máximo del día de llegada y del día de salida.
- El hotel está muy bien. La localización resulto ser ideal (como ya esperaba) y tenía a la disposición de los clientes muchos servicios turísticos, entre ellos, de alquiler de coches.
- La piscina que hay en la ultima planta es pequeñita, pero vale para darse un chapuzón.
Segundo día. Paseo en barco, relax, más paseos y más relax.
Me despierto temprano (la costumbre) y me levanto para dar un paseo. Este será el primero de varios durante estos días. Pasear me relaja. Hace que pueda disfrutar de un tiempo a solas conmigo mismo muy necesario a veces. Paseando puedo pensar en mis cosas, ordenar un poco mi cabeza. Y eso es precisamente lo que necesitaba.
Como el hotel está situado justo en el paseo marítimo, no tengo que pensar mucho: derecha o izquierda. Me llama mas la atención lo que veo por la izquierda así que, para allá voy.
Me llama la atención lo clara que está el agua, incluso encontrándome dentro de un puerto. En otros en los que he estado el agua suele estar muy sucia. Aquí sin embargo se puede ver el fondo perfectamente y hay pececillos por doquier.
Pese a ser temprano, me voy encontrando con algunos puestecitos y personas que me ofrecen viajes en barco a varios sitios. Quizás sea una buena idea disfrutar de uno de ellos. Continúo con mi paseo, recorriendo todo el paseo marítimo, hasta que me aburro y decido volver.
Ahora me voy fijando en los carteles con información con los viajes en barco disponibles, y me decido por uno que hace la compañía «Latini Cruises». Por un módico precio, te dan un paseo de una hora y media en el que se visitan los diez estuarios, navegando toda la cosa de Sliema, Valletta y las tres ciudades (Senglea, Copiscua y Victoriosa).
Aunque el capitán del barco se dedica durante toda la travesía a contar en varios idiomas la historia de Valletta y anécdotas varias, la verdad es que no le presto mucha atención. Prefiero disfrutar del momento, del paisaje y de ese mar tan azul (esto implica que no os puedo dar mucha información, pero no estaba haciendo este viaje para sacarme un Master en historia sino para descansar y relajarme 😉 ). Vamos siguiendo toda la cosa, de puerto en puerto, de estuario en estuario.
Desde aquí se tiene una vista maravillosa de Valletta, por lo que decido que por la tarde iría a conocerla.
Por la tarde, toca paseo por la Capital. Por la mañana había visto que la forma más rápida, barata y divertida para ir desde Sliema hasta Valletta era coger un barco-taxi. Hay varias compañías que por un precio muy económico hacen el trayecto (de unos 15 minutos).
Podéis encontrar más información en el siguiente enlace:
http://www.vallettaferryservices.com/schedule.html
Una vez en Valletta me dedico a caminar sin rumbo por sus calles. Siguen un patrón sencillo, ya que la mayoría son paralelas y perpendiculares entre sí. Evito las avenidas amplias, por lo general con mas gente y turistas, y me pierdo por las callejuelas más pequeñas y tranquilas. Me gusta como todas las casas están construidas en piedra. Hago una parada para comer en la plaza de San Juan, donde tomo unos «spaghetti frutti di mare» para chuparse los dedos. Tras un cafelito, continúo visitando la Catedral de San Juan, y descubriendo un par de parquecitos en los que paso un rato de relax. Uno de ellos se llama «Herbert Ganado Gardens» y el otro, mi rincón especial de este viaje… me lo guardo para mí. Si alguien está muy interesado en saber cual es, lo negociaremos ;).
No puedo dejar de mencionar una tienda de articulos de vidrio soplado que encontré muy cerca de la Plaza de San Juan. Tengo por costumbre traerme un jarrón de los sitios que visito, y en esta tienda tuve muchos problemas en poder elegir uno, ya que me gustaban todos. Estuve un buen rato observándolo todo hasta que al fin me decidí por uno, y de paso, compre algunas cosillas para regalar.
Para finalizar el día, me compro un helado (muy rico, por cierto) y le doy la vuelta a la ciudad. Valletta no es muy grande, por lo que no se tarda mucho en hacerlo. Las murallas que la rodean y los sistemas defensivos son espectaculares.
Cojo el barco-taxi de vuelta al hotel, y a descansar que mañana toca un día movidito.
Comentarios:
- Merece la pena darse la vuelta en barco. Por muy poco dinero tienes una hora y media de tranquilidad, en la que puedes verlo todo desde fuera, y si te interesa, aprender muchas cosas (y si no, como a mi esta vez, tienes tiempo para relajarte).
- El barco-taxi es lo más barato para moverte. Sale por 1.5 euros el trayecto (algo menos si compras a la vez el viaje de vuelta).
- Aunque fuera una colonia británica, su cercanía con Sicilia se nota, y mucho. Las calles de la capital me han recordado mucho a otras que he visto en Marsala o Trapani. La comida tiene también mucha influencia italiana y el idioma, que es una mezcla rara entre inglés e italiano.
- Si te gustan los artículos de vidrio soplado, encontrarás en Valletta y sobre todo en Mdina tiendas que te sorprenderán.
- En la calle encontrarás unos vehículos muy variopintos en los que podrás encontrar desde algo que comer a muy buen precio, hasta refrescos y helados. No te vayas sin probarlos.
Tercer día. Gozo y Comino.
Si hay algo que no quería perderme al venir a Malta eran estas dos islas: Gozo y Comino. Hoy dedicaré todo el día a disfrutar de estas dos islas maltesas.
La verdad es que le dí muchas vueltas a como hacer esta parte del viaje. No sabía si contratar una visita guiada, si alquilar un coche y hacerlo a mi bola, si ir a la aventura… Finalmente, en el hotel, me decido por contratar un viaje que incluye el traslado al puerto de Cirkewwa en bus, el billete de ida en ferry, una ruta en autobús turístico por la isla de Gozo, traslado en barca a Comino, vuelta en esa misma barca al puerto de Cirkewwa y bus hasta el hotel.
Parece que esto que he hecho pueda ir en contra de mis principios, y… sí, lo está, pero como no me aseguraban que fuera posible alquilar un coche en gozo (además de que salía bastante caro), y no me quería arriesgar a quedarme sin ver Comino (el objetivo de mi viaje a Malta), decidí sucumbir a un viaje «organizado».
A primera hora de la mañana me recogió el autobus en la misma puerta del hotel, y tras recoger a más turistas en otros hoteles, pusimos rumbo norte hacia el puerto de Cirkewwa. Con anterioridad nos habían entregado el billete de barco, cosa que agradecí, ya que al llegar, en la zona de espera y embarque, había muchísima gente (si llego a ir por libre, seguramente no había podido coger el primer ferry y me habría quedado sin ver Comino).
Podéis consultar horarios y precios en este enlace:
Tras 30 minutos de viaje, por fin se divisa el puerto de Gozo. Llama la atención la cantidad de autobuses turísticos que hay aparcados. Desembarco y pregunto a una señorita de información sobre el que se supone que debo tomar yo. Me llevo la primera sorpresa (positiva) del día. Resulta que con el ticket del autobus, puedes coger cualquiera y bajarte en cualquier sitio. Me hago con un horario, y mientras salimos, planifico como voy a hacerlo para poder volver a tiempo para coger la barca que me llevará a Comino. Este servicio turístico también está disponible en la isla de Malta y te permite visitar de una forma cómoda y barata casi toda la isla.
Más información en:
http://www.city-sightseeing.com/tours/malta/gozo.htm.
http://www.city-sightseeing.com/tours/malta/malta.htm
Decido que lo mejor será dejarme llevar, disfrutar del paisaje y bajarme a comer cuando encuentre algún lugar especial.
Hay varias rutas, con autobuses de colores diferentes. El mío es verde, pero hace la ruta azul, que es la que más paradas tiene. Inicialmente no me gusta demasiado lo que veo: pueblecitos pequeños con poco encanto y costa pedregosa. Esto cambia cuando llegamos a la «cueva de Calypso». Aquí me bajo por primera vez del autobus para disfrutar de una vista muy bonita sobre la playa que se supone contiene dicha cueva. Desde arriba no se ve, y para poder disfrutarla (merece la pena), hay que ir en barca.
Continuamos viaje, y sigo sin disfrutar mucho del mismo. La ruta va bordeando la isla, luego se introduce hacia el interior, atravesando la capital de la isla (Victoria, también conocida como Rabat). Tiene buena pinta y me habría gustado pararme a verla, pero si lo hacía era probable que perdiera la opción de ir a Comino (esta es una de las razones por las que no me gusta hacer los viajes así…).
Aun disponía de un par de horas para disfrutar de algún lugar que fuera realmente especial, por lo que continué camino.
Tras una larga cuesta, por fin llegué a ese lugar. Se trata de la Bahía de Xlendi. Nada mas comenzar a ver la Bahía tuve claro que ahí era donde iba a consumir mi tiempo extra. Se trata de una bahía estrecha, con un pequeño pueblo de pescadores en la orilla. Las aguas son cristalinas, tanto, que dan ganas de darse un buen chapuzón (y me lo habría dado de haber tenído un poco más de tiempo).
Mi estómago ya estaba pidiendo alimento, así que me senté en uno de los restaurantes del diminuto paseo marítimo y pedí algo de comer. ¿Qué pedí? ¿Os lo imagináis?. Pues si… spaghetti frutti di mare de nuevo. Estaban tan buenos los de ayer, que decidí repetir. Y aunque no os lo creáis, esta vez estaban aun mejor. Mientras comía hice un amigo que me acompaño durante el resto de mi estancia en Xlendi.
Comer en un lugar tan bonito, tan especial, fue una delicia. No solo disfruté de la comida, sino que pude disfrutar de la vista, de la brisa, el olor a mar…y claro, de mi nuevo amigo también ;).
Al final, me quedé tan ensimismado, que casi pierdo el último autobús que me permitía llegar al puerto a tiempo para coger el barco que me llevaría a la segunda etapa del día: Comino.
Ya de vuelta en el puerto de Gozo, localizo mi barca y segunda sorpresa del día (también positiva), voy solo. Tengo toda la barca para mi (ventajas de visitar un lugar turístico en temporada baja). El viaje no dura mucho y conforme vamos llegando a la isla de Comino, no puedo creer lo que ven mis ojos. Nunca antes había tenído la oportunidad de ver un agua tan azul. Tanto, que parecía que estaba entrando en una piscina. Aquello no podía ser mar abierto de verdad. Pero si, lo era, vaya si lo era.
Me bajo del barco, y el capitán me informa de que la vuelta, en unas horas, la haré en otro barco, que será el que me lleve de vuelta a Malta (no tendré que volver a coger el Ferry de nuevo).
Esta vez si que me voy a bañar. En realidad, casi no salí del agua en toda la tarde, salvo para dar un pequeño paseo. El fondo es de una arena gruesa muy blanca, y esto, junto con lo limpia que está el agua, es lo que hace que se vea tan azul. No hay casi nadie, y de hecho hay momentos en los que me encuentro solo nadando en el lago azul, que así se llama. No os cuento más, ya que prefiero que veáis las fotos y os hagáis una idea por vosotros mismos de lo especial que es este lugar. Por ahora, lo mejor del viaje sin duda. Podéis observar como va cambiando el color del agua conforme nos acercábamos al lago azul.
Llegó la hora de abandonar este paraíso y volver al hotel. La barca estaba fondeada en el lugar y hora acordadas. Pensaba que solo sería un viaje directo hacia Malta, pero no fue así. El capitán fue bordeando la isla de Comino, los acantilados, acercándose a los mismos y a las muchas cuevas que nos encontramos. En algunos momentos se acercó tanto que parecía que luego no iba a poder salir.
Cuando se acabo Comino puso rumbo a Malta y aceleró al máximo. Este tramo no me gustó nada, ya que puso música a un volumen exageradamente algo. Y cuando digo exageradamente, es que así lo era. Acabé con dolor de oídos, y con la sensación esa que tiene uno cuando se ha pasado toda la noche de marcha en una disco y te ha tocado ponerte justo al lado de los altavoces (esta sensación me la ha contado un amigo, que yo no salgo y a la hora de los niños buenos suelo estar ya acostado).
Cuando volví al hotel, compré comida para llevar en unos de los muchos restaurantes que hay en el paseo marítimo. Me gustó uno que vendía pollo frito y como solía volver cansado, antes de subir me pillaba algo y me lo comía en la habitación.
Ya en el hotel, y como lo iba a necesitar al día siguiente, alquilé un coche. El mismo hotel llamó al representante de una compañía de alquileres, quien se presentó rápidamente en el hall. Tras hacer el papeleo de rigor, me entregó las llaves del que sería mi flamante transporte por un día.
Comentarios:
- Si tienes solo un día para visitar Gozo y Comino, creo que la opción que elegí, pese a no ser inicialmente de mi agrado, es la mejor. Te da tiempo a ver Gozo por encima, y a disfrutar toda una tarde del lago azul.
- Lo ideal es tener algún día más para poder visitar Gozo en condiciones, y pasar un día completo en Comino, pero si no es posible…
- Moverse en bus turístico por Malta es un acierto. Basta con ver las líneas que hay, los horarios, y planificar qué quieres ver, donde te vas a bajar, y cuando te volverás a subir. El precio es muy barato y las diferentes rutas te permiten abarcar casi todo el territorio.
- En Gozo, si vas con tiempo suficiente, hay varias opciones para moverte: alquilar un coche, hacer rutas en todo terreno o en quad, bicicleta o senderismo. Además de los ya comentados autobuses turísticos.
- NO TE PUEDES PERDER EL LAGO AZUL (así de simple).
- Abril es muy buena fecha para visitar Malta. Te arriesgas a tener mal tiempo, pero está prácticamente vacía de turistas. Por lo que me contaron allí, si vas en verano, hay tanto guiri que no podrás disfrutar prácticamente de nada.
- Importante llevarse unas chanclas de goma al lago azul. El fondo hace daño a los pies si estás mucho rato, o te pones a andar sobre el para llegar a algún islote (como hizo uno que yo me se).
- Alquilar un coche en Malta, si lo haces a través del hotel, es muy sencillo y asequible. Único problema… que se conduce por la izquierda.
Cuarto día. Vuelta a la isla.
Último día completo en Malta. Hoy quiero aprovechar y darle la vuelta a la isla en coche. Mi intención es echar el día por ahí, como a mí me gusta: sin prisas y sin agobios. Solo hay un lugar que quiero visitar: el Playmobil Fun Park. El resto… el destino dirá!
Nada mas abandonar Sliema, tomo rumbo sur. Dará la vuelta a la isla en el sentido de las agujas del reloj.
El primer sitio en el que aparco coche y salgo a pasear un poco es en la bahía de Marsaskala. No es muy grande, pero esta llena de barquitos. Muy bonito, vaya.
Sigo bordeando la costa, con tranquilidad, disfrutando del paisaje, hasta que llego a otra de las maravillas de Malta: el puerto de Marsaxlokk, que se encuentra en el sudeste de la isla. Es un puerto pesquero grande, lleno de luzzus y djhajsas (los barcos típicos de Malta), todos ellos con los típicos ojos de Osiris, que se suponen que traen buena suerte a los pescadores. Podéis encontrar más información sobre estos barcos en el siguiente enlace:
http://www.diariodelviajero.com/europa/malta-y-sus-coloridos-barcos-tipicos
Aparco el coche en pleno puerto, y me dedico a curiosear. Lo primero que encuentro es un mercado, en el que compro algunos regalos. Hay muchos puestos de productos elaborados en encaje, muy típico en estos lares. Tras las compras, tocaba dar un paseo tranquilo por todo el paseo marítimo. Pude ver como los pescadores arreglaban las redes, mientras otros se afanaban en preparar sus barcos. El colorido de las djhajsas y los luzzus, el buen día que hacía, el mar… todos los ingredientes para disfrutar del momento.
Se acercaba la hora de comer, y me senté en uno de los restaurantes situados en pleno paseo marítimo. No os diré que pedí de comer (si, lo mismo que los dos días anteriores). No se que me pasó en este viaje, pero tenía antojo de spaghetti frutti de mare. Para variar, estaban riquísimos. Solo tengo una «queja»: con el plato que me pusieron podrían haber comido tres personas sin problemas. Tuve que salir rodando de allí.
Era medio día y aun me quedaba más de media isla, así que puse rumbo directo al Playmobil Fun Park. Desde pequeño he sido un gran fan de estos juguetes y cuando me enteré de que en Malta había una de las fábricas, quería ir a verla. Lo que no sabía es que estaba pensada en plan parque. La entrada al complejo es gratuita, aunque para visitar la fábrica hay que pagar. Yo, con lo que vi me quedé satisfecho, así que estuve un rato y continué viaje (no sin comprar antes algunos caballeros de Malta, que solo se pueden adquirir ahí). No esperé para ver la fábrica. Es ideal para ir con niños, ya que tienen habitaciones con montones de playmobil para que ellos jueguen.
Puedes encontrar más información en los siguientes enlaces:
http://www.elmundoalavuelta.com/visita-a-la-fabrica-de-playmobil-en-malta/
http://www.playmobilmalta.com/funpark/
Continué siguiendo la costa con mi súper coche (por cierto, lo de conducir por la izquierda no es mayor problema, se pilla rápido, sobre todo si ya lo has hecho muchas veces antes 😉 ). Mi siguiente parada fue en el puerto de Wied iz-Zurrieq. Muy cerca de aquí se encuentra la famosa gruta azul. Para verlas, es necesario alquilar un bote, ya que solo se ven desde el mar. Como no me apetecía hacerlo y el pueblecillo tenía su encanto, me tomé un cafelito, descansé un poco, y continué camino.
A todo esto, iba oyendo música en el coche. Una cadena local, en la que ponían música de los 80 y 90. Como ya comenté antes, el idioma parecía una mezcla de inglés, italiano y… árabe. Que cosa más rara!
Feliz me encontraba canturreando las canciones que sonaban en la radio, cuando veo en el navegador que por la costa ya no había mas carreteras grandes. Si quería seguir hacia el norte, debería desviarme casi hasta el centro de la isla. Para continuar bordeándola, solo se veían una pequeñas carreteras grises (puede que a algunos y algunas esto de las «carreteras grises» os traigan recuerdos de otro de mis viajes, que por cierto, algún día contaré). Como aún tenía tiempo de sobra, decidí probar por las carreteras grises, ya que quería completar la vuelta a la isla.
¿Error? ¿locura? ¿que has hecho!!?. Esto lo pensé y grité muchas veces a lo largo de las siguientes horas. Y cuando digo muchas, es muchas. Pero también tengo que decir que disfruté como un niño.
Las «carreteras grises» no eran más que caminos de cabras, intransitables en algunos lugares, peligrosos por las pendientes escarpadas en otros (tuve que darme la vuelta en algún sitio porque la cuesta que se suponía que debía bajar no era posible cogerla con un coche, ni con un 4×4), pero que, yendo despacito y sin prisas, muuuuuy despacito, se podían recorrer. Una pena que en las fotos no se pueda apreciar esto que os cuento. Casi mejor lo veis vosotros mismos cuando visitéis Malta. Os aseguro que os acordaréis de mi jejeje.
Si os digo que tardé casi todo lo que me quedaba de día para recorrer un tercio de la isla (unos 70 km) os podéis hacer una idea. Aunque la verdad es que no me importó. Seguía disfrutando de la conducción y de la música tan buena que ponían en la radio, así que… ¿para qué tener prisas? Fueron unas horas muy aprovechadas a nivel personal.
Cuando al fin alcancé el norte de la isla, me encontré con un cartel que indicaba «Golden Bay». Con ese nombre no debía estar mal, así que lo seguí. Llegue a una playa de «arena» muy bonita. Creo que es momento de deciros que las playas de arena en Malta brillan por su ausencia. Casi toda la costa es rocosa. Esta desde lejos parece de arena, y en gran parte así es, pero si te acercas ves que en realidad está llena de piedros gordos y conchas. Vamos, que mejor ir con chanclas también. Como ya estaba anocheciendo, no me quise dar un baño. En su lugar, me senté en una terracita y me pedí un rico helado. Se me hizo de noche, así que continué viaje rumbo a Sliema y a mi hotel. Al día siguiente temprano cogería el vuelo de vuelta a España.
Comentarios:
- Merece la pena parar en los muchos puertos que tiene Malta. Son muy bonitos y especiales. Sobre todo el de Marsaxlokk.
- Que no te asuste conducir por la izquierda porque te acostumbras en un rato.
- Las carreteras no son para tirar cohetes, quitando la autovía principal y alguna secundaria. El resto… carreteras grises.
- Las carreteras grises son muy divertidas. Si no tienes prisa y quieres ver la Malta «profunda», son tu mejor elección. Eso si. Si ves que una se pone muy jodida, mejor dar marcha atrás y coger por otro lado. La parte oeste de la isla está llena de acantilados y pendientes, y no es cosa de despeñarse con el coche por uno (algún día os pondré un vídeo que tomé de una de las veces en las que tuve que dar marcha atrás, y entenderéis lo que os digo).
- Tres días no son suficientes para disfrutar de Malta en condiciones. Creo que lo más adecuado es un mínimo de cinco. Gastar un par de ellos en Malta isla, otro en Gozo, otro en Comino, y otro en dar paseos en barco por ahí.
- Un aspecto del que no he hablado, es de la marcha en Malta. Y no he hablado de ella, porque no la disfruté. Al pasar todo el día por ahí, volvía bastante cansado y con ganas de irme directamente a dormir. Conozco gente que viene a Malta solo por la marcha nocturna, así que no debe ser muy mala. También es buen sitio para bucear (puede que algún día, si el viaje que tengo en mente sale bien, vuelva a por estos lares para probar esto).
- El Playmobil Funpark merece la pena si vas con niños (o al menos, con compañía a quien le gusten también los playmobil). Ir solo a verlo queda un poco «raro» jajaja.
- Las playas de Malta son un truño (me refiero a la isla, si hablamos del lago azul, la cosa cambia). Traeros chanclas de coma si no os queréis destrozar los pies.
Quinto día. Tras la cura de estrés, vuelta a casa.
De este día no hay mucho que comentar. Cojo el bus que para justo delante del hotel y que, tras varias paradas, me deja en el aeropuerto. El vuelo de regreso a España lo realizo sin novedad, y otro viaje más! No han sido muchos días, pero el objetivo se ha cumplido.