Posada del Duque
Mañana me voy de viaje y tengo la nevera vacía. ¿Qué mejor excusa para salir de tapeo?
He pasado muchas veces por delante de este restaurante, pero hasta hoy no me he decidido a entrar. Debido a los letreros y carteles que ponen fuera, pensaba que sería más un lugar para comer a la carta, así que he entrado para probar.
Está situado en la Avenida Emilio Lemos, esquina con la calle Birmania. Tiene una amplia zona de terraza fuera, y dentro otra amplia zona de comedor.
Hoy hacía demasiado calor como para comer fuera, así que he comido dentro donde se estaba mucho más fresquito.
Lo primero que me ha sorprendido es la extensa carta disponible. Lo normal en sitios de tapas es un folleto plastificado con un numero mas bien pequeño de cosas. Aquí sin embargo encontrarás una carta como está mandao, con mucho donde elegir.
Han quedado varias páginas sin fotografiar y algunas han salido borrosas, por lo que tendré que volver.
Ante tanto donde elegir, me he decidido por probar un poco de cada: una ensalada, algo de carne y algo de pescado.
He elegido ensaladilla rusa, albóndigas y chipirón a la plancha. Resulta que no quedaban albóndigas, así que las he cambiado por carrillada.
Y de beber… tinto de verano muy fresquito.
Lo primero que ha llegado ha sido la carrillada. Cuando la he visto así en un plato tan «normal» o cutre, depende de como se mire, no me ha causado buena impresión. Las patatas, cortadas a cuadros y recién fritas, estaban ricas. No obstante ha sido probar la carne, y tener que pensar eso de «el hábito no hace al monje». Pero qué ricas!
He probado carrillada en multitud de lugares, ya que es una de mis tapas favoritas y la utilizo (junto a la ensaladilla rusa) para comparar la calidad de unos sitios con otros. He de decir que, hasta la fecha, esta es la mejor carrillada que he probado. Y no estoy exagerando. La salsa tenía un sabor a vino que hacía que estuviera increíble.
Esto junto al hecho de estar acompañadas por patatas «de verdad» y recién fritas hace que esta tapa se merezca un sobresaliente. El plato es lo único que no me acaba de convencer…
Luego llegó el chipirón a la plancha. Qué bien presentado, pensé. Y qué rico, cuando lo probé. Se notaba que el producto era fresco y estaba muy bien cocinado. La salsita para mojar pan. Un notable para esta tapa.
Para finalizar, llegó la ensaladilla rusa (se le había olvidado al camarero). No estaba mala, pero tampoco para tirar cohetes. Una ensaladilla rusa muy normalita. Una pena porque esto baja la nota media global.
El precio… 10 euros todo (tres tapas, una caña y un tinto de verano enorme que me costó terminar). El lugar fresco y agradable. Si vienes en coche hay sitio para aparcar de sobra y si quieres comer de plato, tienes mucho donde elegir.
En definitiva, un restaurante que hay que visitar, y al que tengo que volver.