¿Qué hacer en Lituania? 3
Si te gusta la naturaleza, caminar por el bosque, montar a caballo o acampar en un lugar idílico, debes pasarte por Kurtuvenai.
Este pequeño pueblo está situado al sudoeste de Siauliai, a unos 20 km del centro.
Aunque se trata de un pueblo muy pequeño, esta rodeado de grandes bosques, lagos y zonas pantanosas dignas de visitar.
En el pueblo puedes encontrar un hotel ecuestre, un camping, una bonita iglesia y unos edificios muy llamativos.
En los alrededores, podrás encontrar varios lagos y bosques, con muchos senderos que caminar.
Os propongo lo siguiente:
- Para empezar, una pateada por el bosque, de unas horas.
- Luego, reponer fuerzas en la posada Kryzkele, donde podrás degustar comida típica Lituana a unos precios muy buenos.
- Para finalizar y bajar un poco la comida, un paseo por el pueblo.
Nada más coger la salida de la A12 hacia Kurtuvenai, te encontrarás con una zona de aparcamiento donde puedes dejar tu vehículo. Justo ahí tienes un mapa de la zona, en la que vienen indicadas algunas rutas y las sendas principales que encontrarás en el bosque que te separa del pueblo.
Hay varios caminos que de forma más o menos directa, llevan desde el aparcamiento hasta el pueblo. No obstante, lo mejor es salir de las sendas principales, a la aventura. Es complicado perderse ya que el bosque se encuentra entre dos carreteras, así que os recomiendo tirar «a la trocha».
Aunque inicialmente los senderos son muy amplios, si vas huyendo de ellos, podrás encontrar caminillos que casi no se ven. Yo personalmente prefiero caminar por este tipo de senderos, o fuera de ellos, es mucho más divertido.
Aunque existe la creencia de que Lituania es una gran llanura, aquí podrás encontrar algunos desniveles que harán que tu caminata en algunos momentos sea algo más que un simple paseo.
Si prefieres las zonas bajas, encontraras algunos riachuelos y zonas algo pantanosas, por lo que te recomiendo que lleves un buen calzado impermeable.
En estas zonas húmedas es fácil encontrarse con grandes árboles caídos, arrancados de raíz pese a su gran tamaño.
En línea recta, desde la zona de aparcamiento hasta Kurtuvenai hay unos 6 kilómetros. Dependerá de qué ruta hagas, pero nosotros, que dimos muchas vueltas, tardamos un par de horas en llegar a las afueras del pueblo.
Llega la hora de reponer fuerzas, después de una dura mañana. Para ello nos internamos en el pueblo, para comer en la posada «Kryxkele» (cruce de caminos).
Es muy fácil encontrarla, ya que solo tienes que entrar en el pueblo y seguir la carretera hasta llegar a un cruce de caminos cerca de la iglesia. Allí veras la posada, identificada perfectamente por un cartel de madera.
Se trata de un edificio pequeño, de piedra y tejas rojas, con una única puerta de entrada.
El interior consta de dos habitaciones: una con la barra en la que suele estar permanentemente el posadero y su esposa, y otra con varias mesas y una agradable chimenea que da calor a toda la posada.
La carta, no es muy extensa y está dividida en páginas por el alimento principal del plato: pollo, cerdo y patata. Cada página está escrita en lituano y en inglés, lo que ayuda mucho a la hora de decidirse.
Para comenzar, nada mejor que probar unos buenos entrantes de la tierra.
Acompañados de una buena cerveza, cuyas propiedades para recuperar el cuerpo cansado son mundialmente conocidas.
Como platos principales nos pedimos uno de pollo,
Os podría decir el nombre lituano de cada plato, pero no lo voy a hacer. Así os dejo disfrutar de ese momento en el que pides algo sin tener muy claro lo que es 🙂 . Solo os diré que lo de arriba es una especie de flamenquín relleno de carne y verduras, lo siguiente son costillas de cerdo y lo último, un filete de pollo relleno de queso.
Aunque ya estamos saciados, y fruto únicamente de la gula, decidimos pedirnos unos postres. Aquí tampoco tenemos muy claro lo que hemos pedido, así que unos acertamos de pleno, y otros… no tanto.
El helado con mermelada casera, está para chuparse los dedos. Las tortitas rellenas de salsa agria, no tanto XD.
Ahora si que si. No nos queda sitio ni para el café. Hemos comido como unos señores. El precio de todo… 14 euros por persona, propina incluida.
Casi no nos podemos mover, pero hacemos el esfuerzo de levantarnos y salir a por la tercera etapa del día: paseo por el pueblo.
Como os decía al principio, se trata de un pueblo muy pequeño, así que decidimos continuar por la calle en la que se sitúa la posada y darle la vuelta.
Rápidamente se ve que se trata de una zona rural, con casas algo viejas pero con mucho encanto.
Algo que me llama la atención es el pozo del pueblo. Mientras pasamos junto a el, viene una señora para llevarse un cubo de agua. No se si es que no tienen agua corriente en las casas.
Seguimos nuestro paseo y los paisajes que nos rodean son dignos de disfrutar. No se oye prácticamente nada. Hay un gran silencio.
Al poco tiempo llegamos a uno de los muchos lagos que hay por el lugar. Actualmente se encuentra helado. La verdad es que hace algo de fresco.
Lo siguiente que nos encontramos es el hotel ecuestre. Ahora mismo está cerrado, pero en verano debe venir mucha gente aquí a montar a caballo.
Algo más adelante llegamos al camping. También se encuentra cerrado.
Continuamos nuestro paseo en dirección hacia la iglesia. Sorprende que un pueblo tan pequeño tenga una iglesia tan grande. Antes, llegamos a lo que parece la plaza del pueblo. En ella hay edificios enormes completamente construidos en madera.
Finalmente, llegamos a la iglesia. Justo delante hay una zona grande de aparcamiento gratuito. Ahora mismo esta vacía, pero en verano seguramente este hasta los topes.
Ya casi le hemos dado la vuelta por completo al pueblo, y la comida ya no se nota tan pesada.
Solo nos separan unos 6 kilómetros del coche, y como ya hemos hecho suficiente deporte por hoy, elegimos el camino mas recto de todos. Pese a ello, nos lleva casi una hora llegar hasta nuestro vehículo.
Ya es hora de irse, pero antes, queremos visitar un monumento que hemos visto al llegar. Parecía un monumento a alguna guerra mundial.
Queda muy cerca. Solo hay que salir del pueblo en dirección a la carretera que lleva a Siauliai (A12). Antes de incorporarte, lo verás a la derecha, tras pasar una rotonda y justo antes de pasar por debajo de la susodicha A12.
Una vez entramos, nos damos cuenta de que no se trata de un monumento, sino de un cementerio en el que están enterrados los soldados rusos que aquí murieron durante la segunda guerra mundial. Aun tiene flores.
No voy a entrar en temas políticos, pero me gusta ver que aquí se respeta a los muertos, sean del bando que sean. No como hacen algunos en nuestro país…
En cada monolito están escritos los nombres de estos soldados caídos luchando por unos ideales, que si bien podemos no compartir, eran los suyos. Descansen en paz.
Ya es hora de volver a casa. Por hoy, esta aventura ha terminado. ¿Cuál será la siguiente?