Viaje a Budapest
(10 al 14 de octubre de 2006)
Otra escapada de unos días para visitar la capital de Hungría. Considerada una de las ciudades más bellas de Europa, se compone de dos antiguas ciudades: Buda y Pest. Cada una, en una orilla del río Danubio.
Como pude comprobar, pasear por sus calles te transporta a otra época. Celtas, Romanos, Tártaros, Mongoles, Otomanos, Rusos… han pasado y dejado su legado en ella.
Primera jornada: Buda.
Llegué a Budapest durante la noche anterior, y me fui directamente al hotel a dormir. Me levanté temprano y comencé, como suelo hacer, a pasear sin ningún rumbo.
Lo primero que me llamó la atención, ya que es lo que más se ve, es una especie de castillo blanco que hay en la colina que domina toda la ciudad. Como más tarde supe, se trataba del Bastión de los Pescadores.
No es un castillo, sino una terraza amurallada situada en la colina del Castillo de Buda. Se llama así, porque eran pescadores los encargados de su defensa durante la Edad Media. Para llegar arriba, hay que subir alguna cuesta que otra y un “par” de escalones, pero merece la pena, ya que, además de las maravillosas vistas de toda la ciudad, el propio bastión parece sacado de una película fantástica.
Junto a las murallas, se encuentra una estatua ecuestre de Esteban I de Hungría, primer rey de Hungría y santo patrón.
En esta colina y sus alrededores hay muchas cosas que ver, por lo que empleé el resto del día en esta zona.
Tras el Bastión de los Pescadores, se encuentra la iglesia de Nuestra Señora, más conocida como la iglesia de Matías. Se llama así por el Rey Matias Corvino, quien además de restaurarla en el siglo XVI, se casó allí dos veces.
Durante toda su historia paso de ser iglesia a mezquita y viceversa, lo que puede apreciar y admirar a simple vista, ya que es un templo realmente bonito.
Tras relajarme y meditar un rato, continué camino hacia otro importante edificio de la ciudad: el Castillo de Buda.
Se trata de un edificio imponente, que ocupa una gran extensión en el extremo sur de la colina. Al igual que el resto de la ciudad, ha sido tomado sucesivamente por los diferentes imperios que invadían el país.
Actualmente, alberga la Biblioteca Nacional, la Galería Nacional, y el Museo de Historia de Budapest.
Me gustan los museos, sobre todo los de historia, así que me decidí echar un vistazo.
Sorprende la cantidad de imperios que han invadido este país a lo largo de su historia. Siempre ha sido una frontera entre oriente y occidente, paso obligado para todo aquél que tuviera aspiraciones de entrar en nuestra vieja Europa.
Tras el museo y pasear por los jardines y parques que rodean el Castillo, cosa que disfruté ya que hacía un día muy bueno, me dirijí colina abajo, hacia el río. Esta vez, utilicé el funicular, que te deja muy cerca del puente de las cadenas.
Continué caminando, esta vez hacia un monumento en una colina que se veía a lo lejos, con unas estaturas. Todo, en la misma orilla de la ciudad: Buda.
Se trata de la estatua de San Gerardo, sita en la colina del mismo nombre. Tras volver a subir alguna que otra cuesta, se llega a un recinto semicircular con varias estatuas. Entre ellas, destaca la de San Gerardo, quien fue asesinado en la edad media por unos paganos, tirándolo dentro de un barril desde esta colina hacia abajo.
Muy cercad de allí, encontré otro monumento digno de ver: la Estatua de la Liberación, en la Ciudadela. La ciudadela se construyó después de la revolución Húngara como punto estratégico para controlar las dos ciudades.
Tras la invasión rusa, estos construyeron la Estatua de la Liberación para celebrar la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial.
Desde esta colina también se tienen unas vistas muy bonitas de toda la ciudad.
Algo muy interesante de ver es el búnker de la Segunda Guerra Mundial situado dentro de la Ciudadela. Está decorado para recrear escenas de la época, con maniquíes uniformados, y se pueden ver objetos y armamento muy interesante (sobre todo si eres un poco friki de estas cosas).
Tras mucho caminar y ver lugares muy interesantes, se acaba este primer día en esta bonita ciudad. Mañana tocará atravesar el río para visitar la otra parte: Pest.
Segunda jornada: Pest.
Comienza en segundo día. Si en la zona de Buda, el Castillo es el edificio más imponente, en la zona de Pest, sin duda, este honor corresponde al edificio del Parlamento.
Situado junto a la orilla del río Danubio, es sin duda el edificio más conocido de Budapest. Se puede visitar el interior, pero yo prefería seguir disfrutando del soleado día y continuar caminando.
Justo al lado del Parlamento, se encuentra el Puente de las Cadenas, que es el más antiguo de los puentes que unen las dos zonas de Buda y Pest. Aunque ha sido destruido varias veces a lo largo de su historia, hoy en día es otro de los elementos más representativos de la ciudad.
Seguí caminando por la rivera del río, donde hice incluso un amigo, aunque no hablaba mucho e iba vestido un poco raro (den realidad no es un niño, sino una niña, también conocida como la «princesita de Budapest»).
Absorto en mis pensamientos iba, cuando llegué a las puertas del Museo Nacional de Hungría. Vamos para dentro!
Un país con tanta historia, debía tener un museo interesante, y así es. No me defraudó en absoluto. Tiene objetos únicos y maravillosos de todas las épocas, a través de los cuales puedes hacerte una idea de cómo fueron esos días. Pasé un buen rato disfrutando de este gran museo.
Continúe mi paseo hacían ningún sitio, hasta que volví a encontrar un lugar que llamó mi atención: la Gran Sinagoga de Budapest.
El interior es magnífico y enorme. Por algo es la segunda sinagoga más grande del mundo.
Tras la sinagoga, y visitar la Basílica de San Esteban, que está muy cerca, me tomé otra buena dosis de museo. En esta ocasión, se trataba del Museo Etnográfico. Me gustó mucho, ya que, a diferencia de otros museos, aquí se cuenta cómo vive la gente. Nada de armas ni joyas. En este museo puedes ver como se ha vestido la gente a lo largo de la historia, como trabajaba, como eran sus hogares. Este museo sí que te da una visión muy buena de cómo ha transcurrido la historia de la gente normal de este país a lo largo del tiempo. Lo recomiendo.
Tras una mañana muy bien aprovechada, tocaba reponer fuerzas. Me alejé de las zonas “turísticas” y encontré un restaurante muy apañado. Vi que tenían gulasch, que es uno de los platos típicos de Hungría, así que lo pedí. Me sorprendió la presentación, ya que venía servido dentro de un pan. No he conseguido encontrar la foto que saqué, asi que os pongo una que he buscado en google. ¿Tiene buen pinta eh?
Tras este estofado calentito tan rico y descansar un poco las piernas, y ya que tenía otro de los puentes justo al lado, decidí cruzar de nuevo el río hacia Buda, para acabar la tarde allí.
Por la mañana había estado en lugares cristianos y judíos. Ahora me tocaba ver algún lugar de otra religión: el sepulcro de Gül Baba.
Se encuentra situado en Buda, muy cerca del puente de Margarita. Gül Baba fue un monje musulman, conocido como el “padre de las rosas”. Por esta razón, los jardines están llenas de esta flor. El lugar es muy bonito, y los alrededores merecen la pena: callecitas estrechas, empinadas, algunas que no llevan a ningún lado. Merece la pena perderse un rato por estas callejuelas.
Tras callejear sin rumbo, llegué a la puerta de lo que parecía ser un bunker. Pero era otra cosa, “el laberinto del castillo de Buda”, o eso indicaba el cartel.
En realidad no se trata de un laberinto, sino de una serie de cuevas creada por la acción del agua caliente de los manantiales, que han sido utilizado desde hace millones de años por el hombre, ya fuera como refugio, como bodega, cárcel, hospital y muchas cosas más. Actualmente se le da un uso cultural.
Tras recorrer tuneles oscuros y húmedos, me apetecía disfrutar de la naturaleza. Un poco de relajación para terminar el día. Consulté mi mapa y vi que había una zona pintada de verde muy cerca de donde me encontraba: la isla Margarita, en el río Danubio. Hacia allí me dirigí.
La isla al completo la han convertido en una zona de ocio y disfrute. Me gustó especialmente la fuente de la música, en la que puedes disfrutar de un espectáculo de luces y música. Me quedé un buen rato en la fuente, hasta que ya empezó a anochecer y volví al hotel.
Tercera jornada: parque de la ciudad de Budapest.
Para finalizar este viaje, quería visitar este parque. Dentro de él se encuentran lugares muy interesantes.
El primero de ellos, justo a la entrada, es la Plaza de los Héroes. En el centro de dicha plaza se encuentra el Memorial del Milenio, que es un conjunto de estatuas que representan las siete tribus magiares que crearon Hungría y otras personalidades de la historia de este País.
Tuve la suerte de que mientras me encontraba allí se realizo un acto militar, y pude ver como desfilaban y rendían honores, supongo que a sus héroes caídos.
Justo en esa plaza se encuentra el Museo de Bellas Artes, pero hoy no tenía ganas de ver museos, así que me adentré en el parque.
Lo primero que encontré fue el Zoológico. En aquella época me gustaban muchos los zoológicos, así que no me lo pensé dos veces y entre. Hoy en día ya sabéis que he cambiado de opinión y prefiero ver a los animales en la naturaleza, no encerrados de por vida como si hubieran cometido algún crimen. No se merecen ese encierro.
Tras varios días caminando mucho, necesitaba relajarme. Budapest es conocida por la cantidad y calidad de sus balnearios de aguas termales. Habría que probarlos, ¿no? En este parque se encuentra uno de los más famosos: el Balneario Széchenyi.
No tengo fotos del interior, ya que, además de estar prohibido, este momento era solo para mi, para disfrutar de la paz y del relax que este balneario te da. El interior sorprende un poco, por lo “austero”, ya que el exterior del edificio y las piscinas de fuera haces que te hagas otra idea. No encontraréis un gran espá de lujo, todo lo contrario, pero creedme, merece la pena. Salí de allí como nuevo.
Empleé el resto del día en disfrutar del resto del parque, de sus lagos, riachuelos, jardines… Y así, muy relajado y feliz, finalizó este corto pero intenso viaje, a una de las ciudades más bonitas que he tenido la suerte de conocer.