Viaje a Laos
(11 al 23 Febrero de 2017).
Con un año de retraso, ya que tuve que cancelarlo por motivos varios, este año sí que sí: me voy para Laos y Camboya.
No conozco mucho de estos países, son unos grandes desconocidos, pero seguro que tienen mucho que ofrecer. Este post lo voy a dedicar a la primera parte del viaje, Laos, y en otro posterior os contaré mis peripecias por Camboya.
Preparación del viaje:
- Mochila: tras consultar la meteo de la zona, compruebo que allí están en la estación seca. Eso significa que no va a llover mucho, pero sí va a hacer mucha calor. Preparo la mochila en consecuencia. Tengo pensado escribir un post (por petición popular) en el que precisaré que cosas llevo en la mochila cuando me voy de viaje, así que no voy a entrar en detalles aquí.
- Billetes: hay multitud de compañías que te llevan a la zona. Dependiendo del tiempo que quieras emplear en el viaje, y del dinero que quieras gastar, puedes elegir la opción que más te interese. En mi caso, me decidí por «Thai Airlines». Precio intermedio y solo una escala en Bangkok. Por cierto, mi destino final será Vientian, capital de Laos.
- Información varia: para variar, no me he preparado nada, y esta vez no tengo excusa ya que hace tiempo me regalaron una guía de Laos y otra de Camboya (lonely planet). La verdad es que al principio no les eché mucha cuenta, porque a simple vista parecían muy densas. Demasiada información para lo que yo necesito. Así que miré un par de páginas de Internet, tomé unas notas, y listo. Tengo que decir que, una vez allí, las guías me fueron de mucha utilidad como consulta. Cuando llegaba por la noche al hotel y me ponía a pensar en qué hacer al día siguiente, les echaba un vistazo y buscaba cosas que me pudieran gustar. Para eso son una gran ayuda, pero para preparar un viaje y leértelas enteras… tienen mucha información. Demasiada.
- Alojamiento: la oferta de hostales y hoteles es grande en Vientian. Solo tenía pensado coger una noche, y luego allí ya vería, por lo que busque un hotel que estuviera bien situado. Algo que suelo hacer es coger el alojamiento cerca de mercados, ya sean diurnos o nocturnos. La razón de esto, aparte de que me gustan mucho, es que si algún día o por la tarde no tengo ganas de ir a ningún lado que quede lejos, o simplemente me apetece pasear, tengo un mercado cerca que da mucho juego. Aparte de ver las tiendas, sueles poder comer o cenar en ellos. En este caso, reservé habitación en un hostal muy cerca del mercadillo nocturno.
Primer día: Volare, oh oh…
Durante este día me limito a volar. Tras unas cuantas horas y me planto en Bangkok. No se me ha hecho nada largo. El sistema multimedia ayuda. Tres pelis, una cabezadita y el vuelo largo se ha terminado.
He de reconocer que el servicio de Thai Airlines es muy bueno. Nunca había volado con ellos, pero los incluyo en mi lista de aerolíneas favoritas.
Segundo día: Tengo mucho sueño.
Comienza en el aeropuerto de Bangkok. Tengo que esperar unas horas para el ultimo vuelo, el que me llevará a la capital de Laos: Vientiane.
Estoy muy cansado (las 6 horas de diferencia enpiezan a hacer mella) y las horas se me hacen muy largas. Muy muy muuuuuy largas. No hago mas que dar paseos (el aeropuerto es enorme) y tomar café. También aprovecho para desayunar.
Por fin llega la hora de embarque, pero el avión no esta listo. Anuncian retraso. Menos mal que no es mucho tiempo y en nada estoy despegando rumbo a mi destino. Laos me espera.
Tras unos 50 minutos, que paso durmiendo, aterrizamos en el aeropuerto internacional de Wattay. Lo primero es conseguir el visado. Una larga y lenta cola. Te piden una foto, un formulario relleno y 30 dólares. Tras obtener una bonita pegatina en el pasaporte, hay que pasar el control. Se limitan a ponerte el sello y listo. Cuando llego a la zona de recogida de equipajes, mi mochila ya se encuentra allí. Alguna ventaja tenía que tener esperar un buen rato para la VISA.
Al salir a la calle me sorprende ver que no hay casi nadie. No se ven ni taxis. Alguna furgo recogiendo a alguien y listo. Nada que ver con la multitud de taxistas y buscavidas que te acosan en otros lugares, como Bali. Esto me gusta.
Me doy una vuelta y veo que cerca hay un par de taxis en una explanada. Uno de ellos me lleva al Hotel Ali por 6 dólares. Conmigo viene una señora y su madre, que se dirigen a otro lugar.
Al llegar al hotel no veo ni carteles con el nombre, ni nada. Me da por pensar que me han llevado a otro sitio. Los primeros días de un viaje soy un tanto desconfiado, no lo puedo evitar.
En el interior sigue sin poner el nombre en ningún lado, pero en recepción tienen mi nombre. Me llevan a la habitación. Es amplia y limpia, pero hace mucho que necesita una renovación. Es cutre. Me encanta 😁.
Tras dejar el equipaje, me pongo ropa fresquita (hace tela de calor) y me voy a dar un paseo por los alrededores.
No me gusta lo que veo. Todo parece muerto. Casi nadie en la calle. Casi todo cerrado. Es muy raro. Luego me doy cuenta de que es domingo 😆.
Encuentro un parque lleno de gente. La mayoría sentada o tumbada por grupos en el césped. Comiendo o charlado. Como no tengo nada que hacer, hago lo propio.
Le compro un helado a un colega que lo lleva en una olla en moto y lo sirve en vasos de plástico de pepsi 😂. Primera regla del viajero rota. No comer helados en países como este. No lo puedo evitar. Sin riesgo no hay emoción.
Me siento a la sobra de un árbol y disfruto de la tranquilidad y del helado, que estaba riquísimo. En eso estaba cuando se me acercan dos chavales. Uno, en ingles, me dice que quiere ser traductor en el futuro, que esta estudiando idiomas y que le gustaría practicar.
Mi yo desconfiado sale de nuevo a la luz, y le sigo el rollo sin dejar de controlar ni un segundo mis cosas y lo que hacen. A los pocos minutos se nos une la pandilla completa. Alli estaba yo, mi helado y 7 u 8 chavales, charlando sobre Laos y España. Resulta que solo querian charlar. No habia nada que temer, para variar.
Tras terminarme el helado, despues de un buen rato de chachara, me despido de ellos y vuelvo al hotel. No puedo mas. Necesito dormir.
Me echo una siesta rápida. Me fuerzo a levantarme aunque me habría quedado durmiendo hasta el día siguiente. Cuanto antes acostumbre mi cuerpo al nuevo horario, mejor.
Justo al lado del hotel ponen el mercadillo nocturno, así que hacia allí me dirijo. Se trata de una gran cantidad de puestos a lo largo del paseo junto al río Mekong. Esta a rebosar de gente.Casi todo gente local. No se ve casi ningún turista.
En el mercadillo venden cantidad de cosas y a precios muy baratos. Aprovecho para cenar a base de «pinchos». Los de corazones de pollo (creo) y pota/choco (o algo parecido), a 2000 kips (20 cts). Tras dar una vuelta, pillo comida para llevar (fideos con sangre de animal desconocido) y me voy a comer a la habitación. Necesito dormir.
Resumen diario:
- Pasar 5 horas esperando en el aeropuerto se pueden hacer muuuuuy largas, sobre todo después de un vuelo largo. Lo apunto para otra vez.
- Me encantan los mercadillos, y los nocturnos, más.
- No es que haya visto mucho, pero esto ya me empieza a gustar.
Día 3. Ohmmmmmmmmm.
Tras pasar una muy buena noche, me levanto de la cama cuando ya no tengo mas sueño. Ventajas de estar de vacaciones.
Desayuno en el hostal (esta incluido) y me voy a la calle. Mi objetivo para hoy es visitar Pha That Luang. Se trata de la estupa cubierta de oro, y es considerada el monumento mas famoso de Laos.
Muchos de vosotros os preguntareis qué es una estupa. Se trata de un edificio o estructura budista que, además de contener alguna reliquia, son un monumento espiritual. Su orientación, geometría, contenido y energía recibida de las ceremonias de los lamas, las hacen muy especiales.
Pha That Luang queda algo lejos del centro, pero prefiero ir andando. Así voy conociendo la ciudad.
Lo especial de esta estupa es que, además de ser enorme, esta cubierta de oro. Sí, de oro del de verdad, de muchos kilos.
Pha That Luang se encuentra rodeado de jardines y otros edificios, entre ellos un templo enorme y precioso. Merece la pena quedarse un buen rato paseando por allí.
Empieza a pegar el sol así que me bebo un rico y fresquísimo coco. Esta mas que bueno.
Tras un par de horas disfrutando de los jardines y edificios varios, cojo el camino de vuelta hacia el hotel. Hay un par de sitios que quiero visitar.
El primero de ellos es el Patuxay, una especie de arco del triunfo, pero a lo Laosiano.
He continuado por la concurrida Avenida Lane Xang, la principal de la capital, para ver el That Dam (otra estupa).
En la antigüedad, todo cubierto de oro, debía ser impresionante, pero hoy en día está muy descuidado y abandonado.
Tras tanto caminar, llega la hora de comer. Cerca del hotel hay un restaurante que tiene buena pinta y, además, se está muy fresquito.
Me pido curry masamán, para rememorar mi viaje a Tailandia. Me arrepiento enseguida. Este plato lleva picante. A mi me encanta el picante, pero este lleva tanto que me cuesta acabar el plato. Si de aquí no se me hace una úlcera, nunca la tendré.
Necesito una siesta para digerir la comida. De nuevo me tengo que forzar a levantarme. Mi cuerpo sigue pensando que es madrugada y que debería estar durmiendo. Pero no. Aquí es medio día y es lo que hay 😂.
He ido a la «estación de autobuses» con la intención de preguntar como ir al Parque Buda. Quiero ir mañana. Está a unos 25 km de Vientiane.
No encuentro ninguna oficina. Solo hay autobuses, la mayoría desparramado entre las calles de un mercado (el Talat Khua Din). Hay una zona techada, con algunos autobuses y carteles. En ninguno de ellos veo info útil.
Me pongo a ver el mercadillo y veo que hay otra zona con buses y carteles. En uno de ellos veo que el bus 14 va hasta el Puente de la Amistad (que une Laos con Tailandia).
El parque no queda lejos, así que cogeré ese bus y una vez allí me buscaré la vida. Lo peor que me puede pasar es que tenga que andar los 6 km que los separan.
Por cierto, el mercado, muy auténtico. Donde va la gente local a comprar la comida. Digno de ser visitado.
Tras la «estación» me dirijo al templo de Sisakat. Hay que pagar una entrada simbólica (50 céntimos al cambio). En el patio interior hay multitud de figuras de Buda. Dentro del edificio principal había un grupo de restauradores devolviendo a la vida los murales de las pareces, los cuáles tenían pinta de tener muchos años de antigüedad.
Ya esta bien de caminar por hoy. A lo tonto, mas de 30 km. Así estoy de cansado.
Vuelvo al hotel a relajarme con una cerveza local y aprovecho para escribir un poco.
Por la noche, visita de nuevo al mercadillo nocturno y cena en la calle. Mañana será otro día.
Resumen diario:
- Para conocer una ciudad, lo mejor sin duda alguna es caminar. Pero tampoco hay que pasarse…
- Los pequeños mercados y mercadillos de barrio son para mi los mejores. Ahí ves la realidad de la gente normal. Hay que buscarlos!
Día 4. Budas y más Budas.
Tras desayunar, como aun tengo tiempo antes de que salga el bus, me dirijo al Mercado Central de Vientián (Thong Khan Khan Market).
Para variar, este mercado me gusta mucho. Las calles de alrededor, repletas de tuc tuc, furgonetas y gente. Multitud de puestos vendiendo de todo. Merece la pena acercarse y pasarse un buen rato admirándolo.
Aunque hay puestos desparramados por muchas calles, el mercado en sí se encuentra debajo de varias naves. Está dividido en varias zonas, dependiendo del género que venden: arroz, carne, pescado, verduras…
Me gusta como tienen el pescado, la mayoría vivo, en unos barreños de agua. La carne, sin embargo, esta llena de moscas y no se sabe desde cuando lleva muerto el animal.
Tras un par de horas por el mercado, me dirijo a la estación de autobuses. Como ya os comentaba ayer, mi intención es ir hasta el Puente de la Amistad, frontera con Tailandia, y desde allí buscarme la vida para llegar al Parque Buda.
Cuando llego a la estación, no hay ningún bus en la parada 14. Busco por los alrededores y lo encuentro aparcado en otro lado. Subo y al rato nos vamos. La verdad es que el autobús no está nada mal.
Por el camino va haciendo varias paradas, recogiendo a más gente. Cuando ya estamos completos, pasa una señora cobrando 6000 kips (unos 60 céntimos al cambio).
Tras más de media hora, llegamos al Puente de la Amistad. Me disponía a bajar, como hace casi todo el mundo, pero oigo a unas extranjeras hablando y diciendo en alemán que «todavía no». Me da por pensar que lo mismo el bus sigue hasta el Parque. No es seguro pero prefiero arriesgarme. Cuando ya se ha bajado todo el mundo, menos el grupo de alemanas y yo, el autobús continua camino. El conductor no nos dice nada. Pinta bien.
Tras otro ratillo, hay suerte, y llegamos al Parque Buda. Pregunto y me dicen que normalmente llega allí, pero hay veces en los que debido al mal estado de la carretera (la cual en muchos tramos es de tierra), no se puede completar el camino, y llega solo hasta el Puente. Bueno es saberlo.
Tras pagar la entrada al parque, entro y me doy cuenta de que es más pequeño de lo que me imaginaba, pero en este caso, el tamaño no importa.
Primero me voy a explorar una gran escultura con forma de calabaza que se encuentra junto a la entrada. La entrada es la boca de lo que parece un demonio. La «calabaza» está dividida en tres niveles. Subir de uno a otro es complicado por lo empinado de las escaleras pero sobre todo por lo estrecho que son los huecos por los que hay que pasar.
Tras la sesión de contorsionismo, continúo la visita al Parque, que se encuentra repleto de multitud de estatus de Buda y dioses varios.
Tras hartarme de contemplarlos y sacar muchas fotos, llego al final del Parque donde se encuentra un restaurante. Como ya es hora de almorzar y veo que es bastante barato, me acerco a comer algo.
Cuando me estoy acercando veo que, además de mesas, hay unos chambaitos pequeños donde se puede comer. Pido la comida y pregunto si me la pueden llevar a uno de ellos. Me dicen que no hay problema.
Mientras espero, contemplo el paisaje que se encuentra delante de mi: el río Mekong al fondo y, justo al lado, un prado con vacas de aquí. Si a esto sumamos la música relajante que tienen puesta por megafonía, tenemos como resultado el primer momento zen del viaje.
Cuando digo momento zen, me refiero a esos momentos especiales, que nunca se olvidan, que tienes en los viajes. No suelen ser muchos, por lo que hay que disfrutarlos al máximo.
He pasado un rato realmente agradable ahí sentado, esperando la comida, y más agradable aún durante la comida (muy rica por cierto) y después de la misma.
Luego se empezó a levantar un poco de viento, así que decidí volver. Tras salir del Parque y esperar unos minutos, apareció el bus 14. Vuelta a la capital.
Al llegar me bajo en una parada justo al lado del templo Wat Si Muang. En realidad son dos templos, uno al lado del otro, separados por la carretera.
A un lado se encuentra un templo en el que hay varios monjes atendiendo a gente. Según cuenta la leyenda, el este templo vive el espíritu de una muchacha (Si Muang) que guarda la ciudad de Vientiane. En su día, la muchacha, embarazada, se suicidó en este lugar para aplacar a los dioses. En el lugar donde murió se erigió una columna, alrededor de la cual se creó la ciudad de Vientiane.
Además, este templo tiene otra leyenda, la de cumplir los deseos. En el interior, tienes que levantar tres veces un cojín y formular tu deseo. Si este deseo se cumple, debes volver al tempo y hacer una ofrenda a los monjes. Esta ofrenda normalmente es de plátanos, flores, cocos, incienso y velas. En el exterior puedes encontrar varios puestos que te los venden. No pido ningún deseo, pero no me importaría volver algún día.
Creo que ya está bien de templos y de Budas por hoy, así que me dirijo a un centro comercial, más que nada por ver como es. Se trata del Salat Mao Mall. En el interior hay tiendas con productos muy caros, muy similar a uno occidental.
Lo bueno es que en la parte de atrás, hay un mercado local, con precios mucho más asequibles.
Tras pasear un rato, vuelvo al hotel para pensar que hacer mañana. Creo que me voy a otro sitio. Tras leer un poco de la guía, decido que iré al norte, a Luang Prabang. No está muy lejos, así que pensaba que en bus no se tardaría mucho. Error. Pregunto y resulta que se tarda de 10 a 12 horas porque las carreteras son muy malas. No me lo puedo creer. Está a poco mas de 300 km!.
No me pienso pegar 12 horas sentado en un autobús. Consulto vuelos en Internet y veo que hay un par que compañías con vuelos diarios. Trato de hacer la reserva online, pero no lo consigo. Sin pensármelo dos veces, ya que solo quedan 6 asientos en una compañía y la otra ya esta completa, decido salir corriendo (en tuc tuc) hacia el aeropuerto.
Cuando salgo de la habitación, le comento esto al colega de recepción y me dice que no es necesario que vaya, que el me lo gestiona. Pienso que llevándose una parte, claro está, pero a estas alturas ya me da igual. Le digo que mire a ver y llama a una chica que también trabaja en el hostal. Esta coge el teléfono y tras llamar me indica que hay plazas disponibles por 75 euros (25 más barato que por Internet!).
Tras unos minutos tengo mi reserva confirmada. 75 euros por 50 minutos de vuelo, o 15 euros por 12 horas de bus. Creo que está claro, no?
Por la noche he vuelto al mercadillo y he aprovechado para comprar un par de cosas. No mucho porque aún me queda mucho viaje por delante para llenar la mochila. Además, en Luang Prabang también hay mercadillo nocturno.
Resumen diario:
- Merece la pena visitar el Mercado Central, y luego perderse por las callejuelas que lo rodean.
- Si quieres ir al Parque Buda en época de lluvias, ten en cuenta que es muy posible que las carreteras estén mal. Pregunta hasta donde te lleva el autobús. Te recomiendo encarecidamente que vayas a visitarlo.
- Moverse en autobús suele ser muy barato, así que es muy buena opción. No obstante, hay que informarse de los tiempos ya que, depende del estado de la carretera, pueden ser muchas horas. En ese caso, volar es también una buena opción, aunque mas cara.
- Como pude comprobar más tarde, en los aeropuertos es donde vas a encontrar los billetes más baratos. Si los tienes cerca de la ciudad, merece la pena acercarse para comprarlos. En hostales y hoteles suelen ayudarte también, pero se quedan una comisión. Comprarlos por Internet es sin duda la opción más cara, aunque la más cómoda.
Día 5. Rumbo norte.
Hoy es mi último día en Vientiane. Por la tarde tengo un vuelo que me llevara a la antigua capital de Laos: Luang Prabang.
Por la mañana, tras desayunar, me voy a dar un paseo en busca de una oficina de correos. Tengo que mandar unas postales 😊.
Localizo una en google maps, pero a medio camino encuentro una tiendecilla donde venden solo postales y sellos. En la entrada tiene un buzón, asi que perfecto.
Tras echar las postales al buzón, continuo con mi paseo para despedirme de la ciudad. Almuerzo y vuelvo al hotel a descansar un poco en el hall (la habitación ya la había devuelto). Un par de horas antes de la salida del vuelo he cogido un tuc tuc que me ha llevado al aeropuerto.
El primer susto del día me lo he llevado cuando no venia mi vuelo en la pantalla de información.
Tras preguntar me han dicho que tenia que ir a la terminal de vuelos domésticos, que desde allí salia mi vuelo. Menos mal…
He ido a facturar, y segundo susto del día. Este gordo. Me dicen en facturación que no hay ningún billete a mi nombre. Me remiten a la ventanilla de la compañía.
A todo esto, la terminal de vuelos domésticos esta muy cerca de la internacional, justo antes. Es muy pequeña y cutrilla.
En ventanilla me confirman que mi billete ha sido cancelado por falta de pago. Trato de explicarle a la señora que he comprado mi billete desde el hotel. Me repite que esta cancelado y que hable con el hotel.
Lo primero que se me viene a la cabeza es que me han engañado, aunque se me hace difícil creerlo porque el personal del hotel se ha portado de forma extraordinaria.
Tengo dos pociones: primera, volver al hotel y pedir explicaciones (que me devuelvan el dinero básicamente). Segunda, comprar otro billete y dar por perdido el dinero del otro. ¿Problema? Queda una hora y media para que salga el avión.
Como el hotel no queda muy lejos (unos 15 minutos), me arriesgo y salgo pitando en un taxi. Espero no perder el vuelo.
Nada mas llegar les cuento el problema y me ponen cara de haba. Cogen el teléfono y llaman a la agencia. Me dicen que no hay problema, que ya esta solucionado, que vuelva al aeropuerto. Le dan un número de teléfono al taxista para que llame al llegar y allí me solucionarán el problema.
No me fío mucho, pero bueno. Salimos corriendo de vuelta. El taxista llama al llegar y me dirige hacia la única agencia de viajes que hay en la zona de vuelos domésticos (además hay dos oficinas de venta de billetes de las dos compañías que operan desde aquí).
Por cierto. El precio de los billetes es algo mas barato comprándolo allí. No obstante, la diferencia no es muy grande. Con el dinero que te tienes que gastar en transporte para llegar, ya se compensa. Eso si, te aseguras que tienes billete y te evitas problemas como el mío.
Total, que me voy por las ramas. Que vamos a toda prisa hasta la agencia y allí me esta esperando un colega que se viene conmigo hasta facturación. Habla con el que esta allí, y listo. Ya tengo tarjeta de embarque.
No se cual ha sido el problema. Supongo que fue problema de la agencia, que olvidó cerrar la reserva. Eso siendo bien pensado. Pero como no lo soy…
Le doy al taxista una sustancial propina por los servicios prestados y me voy hacia el control de seguridad. Tras esperar un poco, embarco rumbo al norte.
Ni me entero del vuelo. ¿Han sido 50 minutos de verdad?
Para ir a la pensión contrato un «taxi». En Luang Prabang lo tienen muy bien montado. Tienes que comprar un ticket para coger un taxi. El precio es fijo: 50.000 pichiclines (5 euros). Esto es bueno porque evitas engaños y tener que regatear.
Lo que no te dicen es que mas que taxis son furgonetas, que salen conforme las van llenando. A mi esto me importa poco, la verdad, pero para que lo tengáis en cuenta.
Habia reservado una noche en una pensión, pero debía estar llena porque nada mas llegar me han llevado a otra. Sin problema porque el precio era el mismo y estaba muy cerca de la otra.
Ya se ha hecho de noche. Saldré a cenar y si lo encuentro, echaré un vistazo al mercadillo nocturno.
Ahora voy a contar una anécdota muy escatológica. Pido disculpas por ello, pero es que me he reído mucho y creo que es digna de ser contada.
Resulta que me han entrado ganas de hacer de cuerpo (de cagar, hablando en plata). Me he puesto al tema y he oído que llamaban a la puerta.
He tratado de decir que estaba ocupado, que no entraran. ¿La razon? El aseo no tiene puerta.
El colega de la pensión o no me ha oído o a pasado. El caso es que ha entrado.
Me ha saludado amablemente y ha dejado una botella de agua en la mesa. Me ha dicho que era gratis y que todos los días me traerían una. Que si la gastaba, abajo podía coger mas.
A todo esto, yo sentado cagando. Ahí delante del tío.
Tras el asunto del agua, me ha dejado en la cama el mando del aire y me ha explicado como funciona.
Yo, cagando. Me cuesta no echarme a reír. Esto es de broma 😂😂😂😂.
Para terminar, por qué no, me informa sobre como llegar al mercadillo nocturno por si estoy interesado en ir.
Y yo, cagando 😂😂😂😂.
En fin. No se si es que es normal aquí, o si ya que me había pillado así, decidió hacer como si no pasara nada. El caso es que nada mas irse me he hartado de reír pensando en la situación.
Tras terminar (si, de cagar), he ido en busca del mercadillo. Como no sabía si iba bien y ya tenia hambre, he parado en un chiringo.
La comida superbarata: sopa, agua y plato de arroz con verduritas y pato, 1.7 euros.
Al terminar he preguntado por el mercadillo y si, estaba muy cerca.
He de decir que si lo llego a saber no voy. ¡Que pedazo de mercadillo! Me gusta todo. Es como tres o cuatro veces el de Vientiane. No se pueden comparar. Este es infinitamente mejor.
Pregunto los precios de varias cosas por comparar con Vientiane y resulta que ¡me piden mas del doble! El que haya mas extranjeros aquí tiene estos inconvenientes. No obstante, diciéndoles los precios de Vientiane, se bajan rápidamente de la parra.
Hoy solo he mirado, así que dar por seguro que volveré. Creo que mi mochila se va a quedar pequeña 😆.
Finaliza un día largo y lleno de anécdotas (unas divertidas, otras no tanto). Toca descansar y reponer fuerzas. Mañana, vuelta de reconocimiento para ver que se puede hacer por aquí.
Resumen diario:
- Menos mal que el aeropuerto estaba a quince minutos del hotel. De haber estado más lejos, habría tenido problemas.
- No me arrepiento en absoluto de no haber ido en bus. Merece la pena pagar algo más por evitarte 12 horas en la carretera. Llegas en un momento y fresco. Listo para seguir viendo cosas.
- Conforme pasan los días, los mercadillos son mejores. Como esto siga así, voy a tener que comprar otra mochila.
Día 6: navegando río arriba.
Hoy, como suelo hacer al llegar a un sitio nuevo, tocaba explorar. Aunque hay un par de sitios en las cercanías que quiero ver, hoy mi intención era pasear por la ciudad, callejear, conocerla un poco.
Digo «era» porque al final no ha sido así. Deje la pensión y paré a desayunar. Tras coger energía me dirigí al centro, siguiendo el cauce del río.
Lo primero que me ha llamado a atención es la cantidad de pensiones, hoteles y restaurantes que hay. Debe pasar mucho turista por aquí.
Lo segundo ha sido un puente de bambú que atravesaba el río. Aunque no tenia ninguna razón para ir al otro lado, ne han dado ganas de atravesarlo.
Tras pagar 5000 kip he podido confirmar que, efectivamente, el puente es tan poco estable como aparenta. Mas divertido pues 😁.
Tras pasear un poco por la otra orilla y sacar unas fotos, he vuelto a retomar mi camino.
Lo siguiente que me ha llamado la atención ha sido el embarcadero. Llegué a el desde la orilla (antes había bajado por un caminillo).
Justo cuando estoy llegando veo como salen varias barcazas llenas de turistas. Deben ir a uno de los lugares que quiero visitar: las cuevas de Pak Ou. Estas cuevas son famosas por estar llenas de estatuas y figuras de Buda.
Cuando estoy saliendo del embarcadero, un hombre me pregunta si quiero hacer un viaje en barco. Tenía pensado hacerlo otro día pero, ¿por qué no hoy?.
Tras acordar el precio, me dirige hasta su barca y nos vamos.
En cuanto a los precios, depende sobre todo de cuanta gente vaya. El barquero tiene un mínimo para que le sea rentable el viaje (son casi dos horas para llegar, una hora y pico para volver, y lo que tenga que esperarte).
Por lo tanto, si vas solo como yo, te saldrá caro. Pero ir solo también tiene sus ventajas y su encanto.
Sobre todo porque a mi lo que realmente me ha encantado ha sido el viaje en si. Las cuevas son curiosas, pero el viaje por el Mekong es increíble.
Ir solo me ha permitido disfrutar del paisaje y del silencio (solo roto por el sonido del motor). Además, al ir solo el «capitán» se ha permitido el lujo de meterse por sitios mas divertidos. Mientras el resto de barcazas iba en linea, siguiendo el lateral del cauce, nosotros hemos ido serpenteando de un lado para otro, pasando entre rocas y por zonas con agua mas revuelta y si había algo en la orilla que me gustaba, se acercaba para que pudiera verlo mejor.
Así que no me arrepiento de haber ido solo, todo lo contrario. Lo recomiendo.
Como decía antes, el viaje en si es lo mejor. Puedes ver como vive la gente al rededor del gran río. Ves gente pescando, sacando arena, lavando ropa, cuidando los cultivos de las márgenes, e incluso alguno dándose un chapuzón.
Poco a poco las montañas de los lados se van haciendo mas altas y la selva que lo cubre todo mas verde y frondosa. Esto es precioso.
Las dos horas pasan sin darme cuenta y llegamos a un embarcadero lleno de barcazas.
Me bajo y subo unas escaleras para acceder a la primera de las cuevas. Está llena de estatuas y figuras de Buda. Esta chula, pero sigo prefiriendo el viaje.
Hay otra cueva, la de «arriba». Así se llama por algo. Hay que subir algún escalón que otro para llegar.
Esta cueva es más grande, menos escarpada y más oscura. No hay problema porque llevo linterna.
El viaje de vuelta lo he disfrutado igual. Los paisajes a lo largo del río son increíbles.
Nada mas llegar he parado a comer en un chiringo con unas grandes vistas.
He vuelto al hotel para pensar que hacer en los próximos días. Tras buscar algo de información y meditarlo, decido que mi próximo destino será Pakse, al sur del país. Allí hay suficientes cosas para ver en los días que ne quedan en Laos.
Miro como ir y básicamente hay dos opciones: bus o avión
Bus: todas las horas del mundo unas (16-18). No pierdo tiempo en mirar ni precios.
Avión: hay vuelo directo desde aquí (1h 50 min). Precio según Internet: 160 euros. Es caro, pero aprovecho mucho mas el tiempo y no voy a llegar reventao.
Salgo a la calle a preguntar en un par de agencias. En las dos me dicen que no hay vuelo directo. En una pretenden que vaya por Bangkok y en la otra por Chang Mai (ambas ciudades en Tailandia). Son muy listos. Así tengo que comprar dos billetes.
Como se que hay vuelo directo y estos siguen perjurando que no, cojo un tuc tuc y me voy al aeropuerto.
Allí me confirman que efectivamente hay vuelo directo y que el precio es de… ¡100 euros! Ahora si que no tengo ninguna duda. Compro el billete.
Resumen diario:
- Luang Prabang es una buena ciudad para pasear.
- Merece la pena alquilar una barca para ti solo. El viaje hasta las cuevas es algo increíble. Yendo en una barca grande llena de turistas se pierde todo el encanto.
Día 7. Visita al paraíso.
Para hoy tengo planeado ir a ver las cataratas de Kuangsi, que se encuentran dentro del Parque Natural del mismo nombre. Me han dicho que merece la pena verlas, así que habrá que ir 😊.
Hasta las 11: 30 no vienen a recogerme, así que tengo tiempo para pasear.
Desayuno para coger fuerzas y luego deambulo por el centro.
Llego hasta la zona donde se encuentra el antiguo Palacio Real y el Museo Nacional de Luang Prabang. Desde fuera se ve un templo bastante bonito y algunos edificios. Me decido a entrar
En la entrada al museo veo un cartel en el que piden decoro en la vestimenta, así que me monto los pantalones largos.
Siempre llevo un pantalón desmontable en mis viajes para estos casos. En la mayoría de templos no puedes entrar con pantalón corto, pero con la calor que hace, ir en pantalón largo todo el día no es la mejor opción.
Me dirijo primero hacia el edificio principal. Ahí es donde se encuentra el museo. Te piden entrar descalzo y que dejes tus cosas en consigna.
No dejan hacer fotos en el interior y tiene su motivo. Hay gran cantidad de tesoros y objetos de incalculable valor en el interior. Me ha sorprendido gratamente. Me esperaba un museo cutre.
Tras ver el museo me doy un paseo por los jardines y acabo visitando en templo. Muy bonito también.
Aun es temprano, así que me dirijo al principal templo de la ciudad: el Wat Xieng Thong.
Como podéis ver en las fotos, es una maravilla. No tiene nada que envidiarle a los de la capital. El recinto es grande y dentro hay varios edificios y templos, cada cual mas bonito.
Ahora si. Se hace tarde, así que vuelvo al hotel, y cojo bañador y toalla (me han dicho que te puedes bañar en las cataratas).
El conductor llega puntual. La excursión de hoy me va a costar 50.000 kip. La entrada a las cataratas vale 20.000.
Tras recoger a varios pasajeros mas, la minivan pone rumbo a las montañas. Tras unos 40 minutos de mala carretera y algún que otro susto por las prisas de nuestro fitipaldi (no tuvimos varias piñas porque Dios no quiso), llegamos a la entrada al Parque de las Cataratas Kuangsi.
Los alrededores están llenos de tiendas y sitios para comer. Debe venir mucha gente aquí.
Lo primero que te encuentras es la reserva Tat Kuang de osos negros. En realidad es un centro al que llevan osos negros que han sido rescatados de cazadores, trampas y cosas así. De hecho, hay algún oso al que le falta alguna pierna. Aquí, aunque estén encerrados, no parecen vivir mal.
A continuación comienza el paraíso, porque es lo que esto es. Conforme subes el cauce del río, te vas encontrando con pequeños lagos y cascadas de agua color esmeralda. La frondosa vegetación que lo rodea todo aumenta de forma ostensible la belleza del lugar.
Tras unos minutos subiendo llegas a la catarata principal. Es increíblemente bella. Me quedo un rato allí, contemplándola, y oyendo el ruido del agua caer. Otro momento zen.
Habrá que darse un baño, ¿no?. Me pongo el bañador en unos vestuarios que han construido a la sazón y para dentro.
Al principio el agua esta fresquita. Bueno, fría de cojones. Pero en seguida te haces a ella. Que buen rato he pasado.
Empiezo a tener hambre, así que, tras volver a cambiarme, me dirijo a la entrada donde como un plato de arroz y ¡carne!. Lo necesitaba. Ya estaba harto de arroz y fideos.
La vuelta es mucho mas tranquila. Se ve que el conductor no tenía ahora ninguna prisa.
Otro día que pasa. Ya llevo una semana aquí. Quien lo diría.
Esta noche volveré a la zona del mercadillo nocturno a cenar y puede que a comprar alguna cosilla. Y mañana…
Resumen diario:
- Me gusta Luang Prabang. Es una ciudad tranquila, donde puedes pasear y ver muchas cosas.
- La excursión al Parque Natural, muy recomendable. No te olvides el bañador.
Día 8. Rumbo sur.
Hoy he volado 1000 km al sur, a Pakse. Desde aquí quiero ir a ver un par de sitios interesantes antes de bajar un poco mas a la zona de las 4000 islas y a Camboya.
Había leído que aquí no había mucho que ver. Totalmente de acuerdo. Una carretera larga con casas y tiendas a ambos lados y poco mas. Baste decir que he tenido que andar mas de media hora desde mi «hotel» para encontrar un sitio donde comer. Entonces, ¿por qué he venido aquí?
La respuesta es sencilla. Aunque Pakse en sí no tenga nada, es un buen punto de partida para ver sitios muy interesantes, entre ellos la Meseta de Bolaven.
En esta meseta, antigua zona volcánica, puedes encontrar cataratas, plantaciones de café, y comunidades tradicionales laosianas.
De camino hacia el «centro», he encontrado un mercado muy tradicional (si, de los que a mí me gustan). El único guiri, yo. Por cierto, se trata del mercado Talat Dao Heung.
Al final he encontrado lo que buscaba: una calle con varios chiringos para comer y un par de agencias para hacer rutas. He contratado una para mañana.
Lo ideal aquí es alquilar una moto y visitar la zona a tu bola. Si no, solo te queda la opción de apuntarte a alguna ruta de las que te ofrecen.
Me gusta mas ir a mi bola, pero sigo teniendo el mismo problema: nunca he cogido una moto 😣.
Así que me aguanto y viaje organizado que te crió.
Resumen diario:
- Si tienes pensado quedarte a dormir alguna noche en Pakse, te recomiendo que busques algo por el «centro», en la calle 13, en la zona que te indico en el mapa. Ahí hay «algo» de vida, restaurantes y cafeterías. Cuanto más te alejes (como hice yo), menos encontrarás.
- Si tienes posibilidad, alquila una moto y dedícate a recorrer la meseta de Bolaven a tu bola. Seguro que así la disfrutas mucho más.
- ¿Alguien se ofrece gentilmente a darme clases de conducir motocicleta?
😆
Día 9. Meseta de Bolaven.
Como os comentaba ayer, he tenido que contratar un tour para poder visitar la meseta. Pensaba que vendría a recogerme la típica minivan repleta de gente, pero no. Ha venido un coche normal, todo para mi.
La idea es ir a ver varias cascadas, una aldea tradicional y una plantación de café. ¿Que más se puede pedir por un día?
El conductor hable muy poco inglés, pero nos entendemos. La primera parada es en la catarata de Lawae. No es que sea muy grande, pero tiene su encanto.
Al otro lado del río, se encuentra la aldea de Lawae, habitada por una tribu tradicional laosiana. Aunque hay un puente de hierro para atravesar, también hay un puente colgante de bambú. ¿Cual pensáis que elijo?
La aldea esta muy bien. Aun mantiene las construcciones típicas laosianas y la gente trata de mantener sus costumbres antiguas. Ojalá lo consigan durante mucho tiempo. En el edificio central, un grupo de niños esta cantando canciones del lugar.
Tras pasear por la aldea, no dirijimos a las cataratas mas famosas de la zona: las cataratas de Tad Fane.
Son famosas, además de por tener una altura de más de 100 metros, por que es una catarata doble. Dos ríos van a dar al mismo lugar. La pena es que hay que verlas desde arriba, y no se puede bajar. Al menos, yo no encontré ningún camino para hacerlo.
Al tener que verlas desde algo lejos, impresionan menos. No obstante, no están mal.
Seguimos camino, esta vez hacia una de las muchas plantaciones de café (de gran calidad). Es curioso ver las plantas de café y todo el proceso que lleva desde el grano, hasta que puedes disfrutar de una buena taza.
Aun quedan varias cataratas que visitar, así que vamos a por la siguiente. Esta vez se trata de las cataratas de Tad Yuang (bueno, Tad significa catarata en laosiano, así que las cataratas de Yuang).
Estas si que son impresionantes. Para acceder a la base, un pequeño lago, hay que bajar una camino muy escarpado con montón de escalones. Merece la pena el esfuerzo, creerme.
Impresionante, ¿verdad?. Y lo mejor de todo, es que cuando llegué, no había absolutamente nadie. Yo a solas con esta maravillosa vista.
Me he quedado un buen rato meditando y disfrutando del lugar. He aprovechado para comer algo, y luego… chapuzón.
Cuando estaba dándome el baño, ha llegado un autobús de chinos y me han estropeado el momento zen. Creo que ha llegado la hora de irse. Antes, le he pedido a uno que me hiciera alguna foto (como la que he puesto arriba). Cuando me iba también he visto al grupo de monjes que sale en alguna de las fotos.
Esta cascada, sin duda, lo mejor del día.
Esta zona es también famosa por su té, así que visitamos una plantación que se encuentra muy cerca.
Aquí también puedes pasear por los campos, y ver como recogen y procesan las hojas para convertirlas en el té que conocemos.
Con esto se acaba la ruta de hoy, así que toca volver a Pakse. Por la tarde, tras cenar, me pongo a pensar que haré mañana. Tras un rato, decido que mañana, me mudo de nuevo.
Resumen diario:
- Me reitero. Si tienes opción, alquila una moto y explora la meseta de Bolaven a tu bola. No solamente podrás ver los puntos importantes (como he hecho yo), si no que seguro que puedes encontrar multitud de rinconcitos interesantes.
- No en todas las cascadas está permitido, pero llévate en bañador por si acaso. Si hace calor, nada mejor que un chapuzón con unas vistas tan impresionantes.
- Al final el día y medio en Pakse ha merecido la pena.
Día 9. Haciendo de Indiana Jones, capítulo 1.
Aparte de las cascadas y el campo en general, hay una cosa de Laos que me gusta mucho: los templos antiguos. Y cerca de Pakse, un poco al sur, hay uno de los mas famosos y antiguos. Se trata de Vat Phu, un complejo de templos del Imperio Jemer, de varios cientos de años de antigüedad.
Supongo que la mayoría habla oído hablar de los templos de Angkor, en Camboya. Estos templos son más antiguos aún.
Aunque en ruinas, uno se puede hacer una idea del esplendor del Impero Jemer. En su época, cuando todo estaba en pie, esta zona debió ser impresionante.
Lo primero que tengo que hacer es llegar al pueblo de Champasak. Para ello, tengo que coger un bus y luego atravesar el río Mekong en barca.
Al llegar, busco un hostal donde quedarme y alquilo una bici con la que iré hasta Vat Phu, que se encuentra a unos 15 km.
El camino en si, pese al calor, me ha gustado mucho. La zona esta rodeada de campos de arroz (ahora secos), y los búfalos y vacas pastan a su antojo. Mas de una vez he tenido que pararme porque había un grupo de vacas atravesando la carretera. Aquí las tienen sueltas por todos lados, por lo que hay que tener un poco de cuidado.
Tras un buen rato, ya que la bici no era especialmente buena (estaba medio rota), llego a mi destino. En la entrada han construido un restaurante y un museo. Desde allí, en un vehículo parecido al que usan en los campos de golf pero más grande, te acercan hasta los templos.
Estos se encuentran dispuestos en la ladera de una colina, por lo que hay que ir subiendo escalones. Hace mucha calor, por lo que estoy sudando la gota gorda. Menos mal que he traído suficiente agua.
No os voy a hablar sobre los diferentes edificios, o templos que te vas a encontrar, ya que es mejor que vengas y lo veas (y si no, wikipedia).
No está todo tan en ruinas y destrozado como me esperaba, por lo que he disfrutado mucho explorando los templos y ruinas varias. El Indiana Jones que hay en mí ha salido a la luz!
Muy bonito todo, pero toca bajar y volver en bici al hostal. Y hace muuuuucha calor.
Compro agua fresca antes de salir, y vamos que nos vamos. Deben ser las ganas de llegar, pero tardo mucho menos el volver.
Lo primero que hago es ir a darme una ducha para refrescarme. Acto seguido, me voy a buscar un sitio para comer. Estoy esmallao.
Justo delante del hostal hay otro que tiene restaurante y vistas al Mekong. La terraza es muy bonita, así que allí que me voy. Un batido fresco para ir quitando la sed, mientras me traen la comida.
Tras comer, una siesta para reponer y por la tarde un paseo por el pueblo, que ha crecido alrededor de la carretera principal.
Ya solo queda cenar y pensar en que hacer mañana. Estoy acercándome al ecuador de mi viaje, así que creo que va a ser mejor que me acerque a Camboya. Mañana seguiré rumbo sur…
Resumen diario:
- Vengas en la época seca o en la lluviosa, te recomiendo que SIEMPRE lleves agua de sobra contigo. Te va a hacer falta.
- Es muy barato alquilar bicicletas. Si las distancias son algo grandes, merecen la pena. Sin embargo, asegúrate de que están en buenas condiciones ya que si no lo están, serán un estorbo mas que una ayuda.
- No son los templos de Angkor, pero están muy bien para hacerse una idea de como fue el Imperio Jemer. Es mejor venir a ver Vat Phu en primer lugar, y no al contrario, ya que una vez que veas Angkor, cualquier templo te va a parecer nada.
- Los zumos y batidos de frutas de estos lares están riquísimos. ¡Hay que probarlos todos!
Día 10. Relax.
Después de unos días en los que no he parado de andar y visitar lugares, creo que me merezco pasar los últimos momentos en Laos relajándome. Para ello, nada mejor que irse a la zona de las 4000 islas.
¿Qué es eso de las 4000 islas? Se trata de de una zona del rio Mekong, justo en la frontera entre Laos y Camboya, en la que el río ha creado multitud de islas e islotes de todos los tamaños. Es un destino ideal para ir a tirarse en una tumbona y dedicarse a no hacer nada.
Aunque hay muchas islas grandes, hay dos famosas por el ambiente mochilero. Yo me dirijo a una de ellas: Don Det.
Para llegar allí, debo coger un tuc tuc que me lleve al embarcadero, atravesar el río en barca, luego coger un bus hasta un pueblo desde el que, otra vez en barca, te transportan a la isla. Toda una aventura.
El autobús tarda un poco en llegar, y hace una calor insoportable. Me refresco un poco y me dedico a echar unas fotos.
Finalmente llega el autobús. Esta lleno de mochileros que deben tener el mismo destino que yo. No tardamos en llegar a Nakasong, en cuyo embarcadero puedes coger una barca hacia las diferentes islas.
Una vez en el embarcadero, los barqueros van separando a la gente por destinos y van llenando los botes. Cuando están llenos, sales, por lo que no hay horarios ni nada que se le parezca.
El trayecto hasta Don Diet es de apenas unos minutos. En seguida comprendes el porqué llaman a este lugar las 4000 islas.
Al llegar, desembarcas en una pequeña playa. De ahí sale la calle principal, rodeada de restaurantes, cafeterías y hostales.
Lo primero que hago es buscar alojamiento. Aquí lo que se estila es dormir en un bungalow (una cabaña de madera pequeña, sin ninguna comodidad). Son baratos, al lado del río, y con hamaca para tumbarte a la bartola.
Me alejo un poco de la calle principal, en busca de algún lugar tranquilo. No tardo mucho en encontrar lo que busco.
Como veis, en la cabaña solo entra una cama, grande eso si (con mosquitera, muy importante). No hay aseo, no hay aire acondicionado, no hay nada de nada. Lo que si tiene una mini terraza con un par de hamacas, en donde paso un buen rato. Toca descansar.
Por la tarde, me doy un paseo por el «pueblo», y continuo desestresandome en uno de os restaurantes, donde acabo cenando. Qué bien se está cuando se está bien.
Y así paso el primer día en Don Diet. De la hamaca al cojín. Necesitaba esto. ¿Qué hago mañana? Cojo la guía y me pongo a leer. Algo se me ocurrirá y, si no, seguiré descansando.
Resumen diario:
- El viaje de hoy ha sido muy interesante. Tuc tuc, dos barcas, bus… Me encanta viajar así.
- Si necesitas descansar unos días y estas por la zona, te recomiendo encarecidamente Don Diet. Si quieres fiesta, también la vas a encontrar. Este paraíso del mochilero tiene todo lo que puedas necesitar. ¡Recomendado!
- Aquí eso de pedirte un tercio o botellín no se lleva. La cerveza local (Beerlao) es de 650ml. Yo con una ya voy doblao, aunque yo como referencia no valgo porque bebo mas bien poco (por no decir casi nada).
- Aunque el bungalow sea lo más común, también tienes hostales y pequeños hoteles disponibles, desde muy cutres (el mio) hasta nivel medio alto. No pasa nada por pasar unos días sin wifi, sin electricidad y sin water privado (aunque esto último se echa de menos, porque el comunitario que tenemos suele estar siempre bastante sucio). Por 4 euros la noche no se puede pedir mas…
Día 11. Relax (segunda parte) y explorando la isla.
Esta mañana, tras un sustancioso desayuno, he alquilado una bicicleta para dar una vuelta por la isla y para visitar la vecina Don Kon. Ambas islas están unidas por un puente.
He seguido la costa, por un caminillo de tierra que llevaba hacia el sur. Esto es realmente bonito.
Tras un buen rato pedaleando y esquivando vacas y pollos, he llegado a Don Kon. Una de las cosas dignas de ver en esta isla son las cataratas Khone Phaphen.
Al entrar en la isla, tras cruzar el puente, te hacen pagar 35 mil pichiclines y te dan un ticket. En realidad, este ticket es para ver las cataratas, cosa de la que me doy cuenta luego, cuando llego y me piden pagar la entrada. Al ver que llevaba este ticket me dicen que no tengo que pagar nada.
El lugar en el que se encuentran las cataratas es bastante grande. Te puedes pasar un buen rato paseando. No se trata de una catarata al uso, sino más bien de una serie de rápidos y ríos que confluyen en otro más grande. Puedes ir siguiendo el cauce principal y verás la cantidad de saltos de agua, rápidos y ríos que confluyen en el mismo lugar. Impresionante.
Ahora estamos en la estación seca, en la húmeda tiene que ser una pasada.
Tras pasear un rato por la zona he ido a tomarme un refresco a un restaurante muy chulo que tienen cerca de la entrada y me he cruzado con un grupo de búfalos que venían a un arrollo a refrescarse. Ha sido como estar en medio de un capítulo de National Geografic.
Aunque aquí se está muy bien, va siendo hora de volver. Cojo la bicicleta, y a pedalear.
El resto de la tarde lo paso así…
Comienza a anochecer y las vistas sobre el río son impresionantes.
Aunque podría acostumbrarme a estar aquí, incluso a vivir aquí, creo que mis días en Laos se acaban. Aun quiero visitar Camboya por lo que he de continuar viaje. Aprovecho la última tarde en Don Det, y preparo la mochila para salir mañana temprano.
Laos, el que era un gran desconocido para mí, me ha enseñado lugares tan bonitos que no los habría imaginado. Me voy muy feliz por lo vivido, y esperanzado en que Camboya me ofrezca, al menos, algo parecido.
Resumen diario:
- Como la isla no es muy grande (y no hay coches), recorrerla en bici es la mejor opción. Por el equivalente a 1 euro la puedes alquilar por un día completo.
- Voy a echar de menos mi hamaca. Hemos pasado muy buenos momentos juntos ;).
- Camboya me espera!
Día 12. Adiós Laos, hola Camboya.
Me levanto temprano y me dirijo a la playa ya que se supone que a las 8 de la mañana empiezan a salir las barcas hacia Nakasong. En Don Diet hay muchas agencias que te venden los billetes necesarios para llegar hasta las ciudades camboyanas más importantes. Son billetes combinados barco-bus. Yo, para variar, prefiero ir por libre.
Tras esperar un rato en la playa, empiezan a llegar muchos mochileros que tienen la intención de abandonar la isla hoy. La mayoría van con sus billetes combinados (por los que han pagado un buen dinero).
A cierta hora llega el que parece manejar el cotarro y empieza a gritar a los cuatro vientos para llamar a la gente que ha comprado los billetes en tal o cual compañía. Todos tienen ya una barca esperando.
Pregunto y me indican una barca que esta para los que van por libre, que en este caso somos cuatro gatos. Cuando todo el mundo se ha sentado ya en su barca, salen todas, una detrás de otra.
Una vez en Nakasong, me dirijo a la estación de bus. Me han dicho que hay uno directo a la frontera y así es.
Aun falta una hora para que salga, así que aprovecho para desayunar algo.
Con los buses pasa como con las barcas. Llega una hora en la que aparecen varios buses y mini buses, y comienzan a gritar destinos y a llamar a la gente que tiene billetes combinados. A mi me toca una mini ban, junto con otros mochileros que también van para la frontera. Y, de nuevo, todos salimos en tropel hacia Camboya.
No tardamos mucho en llegar. Me bajo y me dirijo hacia el puesto fronterizo, pero esto es algo que ya os contaré en mi siguiente post, que tratará sobre mi aventura camboyana. ¡Hasta pronto!
Resumen diario:
- Da igual que madrugues y vayas pronto a la playa. Las barcas saldrán cuando tengan que salir.
- Es mas barato hacer el viaje por libre. Si compras un billete combinado, te clavan.
- Fue bonito mientras duró. Hasta la próxima Laos.