Viaje a Estonia 3

Viaje a Estonia 3

(29-03-2015)

Otro día libre, así que otro viaje por delante. Hay que aprovechar, que ya van quedando pocas oportunidades de visitar sitios.

Tras pasarme un buen rato mirando el mapa de Estonia y lugares a los que se puede ir en tren, me decido por Haapsalu, ciudad situada en la costa oeste del país.

Visita a Haapsalu

Por lo que veo en San Google, Haapsalu es famosa desde la antigüedad por las propiedades curativas del agua marina y del fango termal y por su ambiente apacible. A principios del siglo XIX se convirtió en un famoso lugar para las vacaciones terapéuticas. Tan famosa llegó a ser, que los Zares iban a esta ciudad en busca de paz y cuidados.

En Estonia Haapsalu es conocida como la Venecia del Norte o la Venecia del Báltico, por sus vías fluviales y lagos.

La línea de tren se queda un poco antes, en un pueblo llamado Riisipere. Allí se coge un autobús que te lleva hasta Haapsalu. Como lo del bus viene indicado en el mismo mapa de la página de trenes de Estonia, supongo que se podrá coger en la misma estación de tren de Riisipere. Miro los horarios, y ¡todo listo!

Nos levantamos temprano, ya que el tren sale a las nueve de la mañana, y nos llevara un ratillo andando llegar hasta la estación. Desayunamos, y a caminar.

Llegamos pronto y aún no ha llegado nuestro tren. Tras esperar un poco, al fin, aparece el tren que nos llevará a nuestro destino. Como hace un poco de frío, nos metemos dentro a esperar.

A la hora exacta, salimos dirección a Riisipere. Mientras el tren avanza, miramos un mapa para localizar esta ciudad y, oh sorpresa, resulta que Riisipere está a medio camino entre Tallín y Haapsalu. No está tan cerca cómo pensaba. Una vez que lleguemos, nos quedarán muchos kilómetros por hacer en bus.

Tras una hora de viaje cómodo (y con wifi) y llegamos a la estación.

¿He dicho estación? Bueno, se puede definir así. Para ser final de trayecto, deja mucho que desear. Al igual que ocurre en Paldiski (que Dios guarde en su gloria), hay un bonito y viejo edificio cerrado que un día debió ser una alegre y concurrida estación de tren. Hoy en día es solo eso, un viejo edificio de madera (bonito, eso sí).

Nos bajamos, miramos por los alrededores y… no hay nada! El fantasma de Paldiski comienza a apoderarse de nosotros.

Corremos al andén y le preguntamos a la revisora (que no habla ni papa de inglés), donde está la estación de autobuses. Tras un rato creemos que nos entiende y nos señala una dirección y para allá que nos vamos.

Mientras avanzamos, mis mayores temores comienzan a hacerse realidad. ¿Será esto un Paldiski 2 – el retorno de los pringaos?

Tras andar un poco por la única carretera que hay (jalonadas de algunas casitas de madera), llegamos a una avenida más grande que nos corta el camino. ¿Derecha o izquierda? Ni idea. Para la izquierda mismo.

Seguimos andando y llegamos a un panel con un mapa del pueblo. Por lo que vemos, más adelante, se encuentra en centro de la urbe, por lo que es posible que la estación de autobuses esté allí. Hay que seguir andando.

Dos kilómetros y medio después, llegamos al centro de la “urbe”. Un cruce de caminos con un bareto y un supermercado. Poco más. Ni rastro de la estación de autobuses.

Vemos que sale una señorita del súper y la abordamos para preguntarle. Esta si chapurrea algo de inglés, y nos acompaña a unos tablones de anuncios que hay allí mismo y en el que hay pinchados los horarios de varios autobuses. Tras estudiarlos un minuto, nos indica con cara extraña que allí no para ningún autobús que vaya a Haapsalu. Nos indica que tenemos que volver por donde hemos andado, que por allí la encontraremos.

Después de más de medio hora, seguimos en medio de la nada, sin saber dónde está la estación de autobuses de los ….

Nos da por volver a mirar el móvil (confirmo que mi GPS está loco y que señala el lugar que le da la gana), pero Victor tiene más suerte y encuentra un símbolo no muy lejano en el que pone “bus”. Está… si, casi donde empezamos. Hay que volver….

Esta vez sí tenemos una idea más o menos clara de donde se encuentra la estación de autobuses. Nos dirigimos hacia el lugar a prisa, para tratar de no perder mucho más tiempo.

Riisipere

Tres o cuatro kilómetros más tarde, tras recorrer varios caminos donde no hay nada ni nadie (algún perro ladrador, poco mordedor), divisamos una carretera grande. Según nuestro mapa, se trata de la carretera que lleva a Haapsalu y es donde se encuentra la estación.

Riisipere

Al llegar, vemos que no hay ninguna estación. Lo único que vemos es una parada de autobuses. ¿Será aquí?

Riisipere

Voy a preguntar a una gasolinera cercana. De nuevo la dependienta no tiene ni idea de inglés, pero consigo hacerme entender y me dice que sí, que en esa parada podemos coger el ansiado bus.

Estoy saliendo de la gasolinera cuando veo que Victor me hace señas. El autobús se acerca. Salimos corriendo y tenemos la suerte de poder coger este bus. Pagamos nuestros billetes (4.40 cada uno) y por fin nos podemos sentar a descansar.

Bus a Haapsalu

En este mapa podéis ver la distancia real que había entre la estación de tren y la parada de autobuses. También podéis ver el camino que hicimos. ¿Divertido, verdad? Lo que sólo eran unos cientos de metros, acabó siendo más de 5 kilómetros.

Riisipere 2

Solo nos ha llevado una hora encontrar la dichosa parada. Mis suposiciones de que estaría bien indicada o en la misma estación de tren, no han sido ciertas. Entre esta hora, y la hora de tren, ya llevamos dos horas de camino. Y aún nos queda otra más de bus hasta nuestro destino.

No obstante, hemos hecho deporte, hemos seguido las leyes no escritas del aventurero, y además, hemos conocido la urbe de Riisipere.

Mientras llegamos, vamos contemplando el paisaje, rural en su mayoría, con algunos pueblecitos de pocas casas en los que paramos (en todos). El conductor es un hacha. No se le escapa ni uno. Total que, para un recorrido de pocos kilómetros, echamos la ya citada hora de viaje.

Cuando nos empezábamos a cansar de los cómodos asientos del bus, llegamos a Haapsalu. Lo primero que vemos no es para tirar cohetes: un barrio lleno de típicos bloques cuadrados y feos de la época soviética. Lo dicho, esto va a ser “el retorno de…”.

Sin embargo, al poco tiempo llegamos a la parada final y todo cambia. Esta parada se encuentra situada justo en la vieja estación de ferrocarril de la ciudad. Sí, aquí llegaban los Zares con sus familias (antes de que se los cepillaran a todos, menos a una tal Anastasia, o eso se cuenta…), a darse sus baños termales y relajarse.

La verdad es que la estación es una preciosidad. Una pena que ya no circulen trenes.

Estación de tren de Haapsalu

Tras admirar el edificio, nos dirigimos a los andenes, ya que desde lejos se ven varios trenes y locomotoras aparcados.

Estación de tren de Haapsalu

Hay algunos muy viejos y oxidados…

Y también otros en muy buen estado. Nos sorprende sobre todo el tamaño de las locomotoras Son enormes.

Dicho sea que hacia tela de frío. Llega un momento en el que tengo que dejar de hacer fotos y meter las manos en bolsillos porque las tengo tan frías que parecen que se me van a caer los dedos.

Nos pasamos un buen rato deambulando por entre las vías, sacando fotos y admirando estos colosos de acero. Tenía que ser un espectáculo en su día verlos en movimiento.

Tras pasear finalmente por el andén de la estación imaginándome que estaba en el siglo XIX, decidimos continuar para ver el resto de la ciudad. Hay una oficina de información turística en el centro, junto a un castillo que queremos visitar, así que hacia allí nos dirigimos.

Haapsalu

Poco a poco vamos pasando de edificios de ladrillo y metal, a casitas más pequeñas de madera pintadas de colores. Esto es cada vez más bonito.

Vemos a lo lejos la torre del castillo. Tiene pinta de estar muy chulo también.

Llegamos a la oficina de información turística y, nuestro gozo en un pozo: está cerrada. En temporada baja no abren los findes.

No hay problema. Seguimos improvisando. ¡Viva la aventura!

Nos vamos directos al castillo. Hemos estado mirando los restaurantes, ya que la hora de comer se acerca, y están casi todos cerrados. Tiene pinta de que la ciudad está muy activa en verano, pero en invierno la cosa cambia.

Al pasar por delante de un restaurante que tiene muy buena pinta (al menos desde fuera), Victor reconoce el nombre y me dice que ha leído buenos comentarios de el en Tripadvisor. Quizás sea un buen sitio para comer luego.

Haapsalu

Antes toca visitar el Castillo Episcopal de Haapsalu. Entramos por suerte a través de una de las puertas laterales, ya que nos la encontramos sin quererlo al ir a hacer una foto.

Haapsalu

Tras entrar en el interior del recinto amurallado lo primero que vemos es un enorme parque infantil. Han utilizado la parte interior para que los niños se diviertan. ¡Qué gran idea!

Caminamos por el interior, admirando lo que queda de las murallas exteriores hasta que llegamos a una de las torres, reconstruida por completo y con unas escaleras que llevan hasta arriba. ¿Quién se resiste a subir? Nosotros no.

Tras un par de escalones, nos encontramos en la parte superior de la torre y desde allí observamos desde las alturas todo el lugar. Se trata de una muralla exterior muy extensa, con una fortaleza en el interior. Aquí debía vivir mucha gente.

Vemos varios túneles que se internan en el subsuelo pero, por desgracia para nosotros, están cerrados por verjas. Lo que habría dado por explorarlos…

Al llegar a la fortaleza central, vemos que también se encuentra cerrada. Solo la abren a las visitas en temporada alta. Desde fuera sacamos algunas fotos, pero nos quedamos con las ganas de visitarla. Ya tenemos una razón para volver, ¿no?

Continuamos un rato paseando por el interior de este bonito castillo y notamos que el hambre aprieta. ¿Qué tal si comemos en el sitio de antes? Para allá que nos vamos.

EL Müüriääre Kohvik se encuentra situado justo junto a la muralla del castillo, en su lado norte. Es muy fácil de encontrar.

Müüriääre Kohvik

Entramos y vemos que casi no hay sitio. De hecho, cogemos la última mesa libre, ya que la otra que quedaba ya la estaban pillando.

Nos sentamos y vemos que el restaurante/cafetería está muy bien decorado, y es muy confortable. También observamos que hay un mostrador de tartas impresionante.

Del aseo basta con ver algunas fotos. Bonito, ¿verdad?

Tras mirar el menú (tenían versión en inglés), nos decidimos por unas albóndigas de cordero con verduritas, un plato de pasta con tomates secos y queso, y una pechuga de pollo rebozada con patatas asadas.

No tardan mucho en traernos la comida. Está muy rica, aunque los platos traen lo justo. No se puede decir que sean unas raciones demasiado grandes, pero tampoco que sean pequeñas.

Un cafelito para terminar, pagamos, firmamos el libro de honor que tienen en la puerta, y continuamos viaje.

Nos dirigimos hacia el mar, y para ellos tenemos que seguir recorriendo callecitas repletas de bonitas casas de colores.

En nada alcanzamos la costa, y nos encontramos con otro parque infantil (los niños aquí no pueden decir que se aburren) y lo que parece ser una torre de vigilante, aunque quede un poco lejos de la orilla.

A lo lejos se ven muchas aves acuáticas blancas grandes. ¿Qué serán?

Nuestras dudas se solventan inmediatamente, ya que también hay muchas cerca del paseo marítimo. ¡Son cisnes! Qué aves más bonitas.

Seguimos caminando por el paseo marítimo. Ha salido el sol y da gusto pasear. Encontramos un lugar lleno de pescadores, alguno con un cubo lleno de peces. Todos están agrupados en la misma zona, así que debe ser que ahí hay muchos peces. Vemos como alguno saca alguno de un tamaño más que aceptable.

Un poco más adelante encontramos el Kuursaal, un edificio del siglo XIX que se utilizó como salón social y que ahora alberga un restaurante.

Avanzamos y continuamos disfrutando de Haapsalu. La verdad es que pensaba que sería otro pueblo feo y frío, pero nada más lejos de la realidad. Pese a no ser verano, fecha en la que esta ciudad tiene pinta de llenarse de gente y de actividad, estamos disfrutando del día, gracias en parte, al día soleado que nos ha tocado.

Se va haciendo tarde y llega la hora de volver a la parada de bus. Antes habíamos mirado horarios y vimos que había autobuses directos hasta Tallín. Nuestra intención es coger uno de estos buses, para evitar la epopeya vivida en el viaje de ida por Riisipere.

Cuando nos estamos acercando a la estación de tren, vemos que ya hay un bus aparcado y listo para salir. ¡Coooooorreeeee!!!!

Cuando llegamos y entramos vemos que hay bastante gente (y mucho calor). No había tanta prisa, ya que aún tarda unos minutos en salir.

Aquí se acaba nuestra aventura. Pasamos poco más de una hora y media en volver (parando de nuevo por todos y cada uno de los pueblecitos que encontramos), para llegar a la estación de autobuses de Tallín (Tallinna Bussijaam), muy cerca de nuestro hotel.

Estación autobuses de Tallín

En resumen, hemos echado un buen día. El viaje de ida, pese al tiempo empleado en encontrar la parada de bus, ha merecido la pena, ya que hemos podido conocer la zona y respirar aire puro. Haapsalu, mucho mejor de lo que esperaba. El castillo episcopal merece mucho la pena, sobre todo cuando sea temporada alta y se puede visitar por completo. El paseo marítimo digno de pasear, y no nos olvidemos de la antigua estación de tren: un must.

Por lo tanto, nada que ver con Paldiski. Haapsalu pasa al TOP FIVE de los lugares que recomiendo visitar de Estonia.

El próximo viaje, ya veremos. ¿Puede que Narva? Ya os contare…

 

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